Tras perdices, liebres, conejos y patos con perros de muestra

 

Braco alemán, pointer, epagneul bretón, setter inglés y drahthaar. Pensar que podemos vivir una jornada de caza menor con ejemplares de estas seis razas de perros de muestra podría parecer pretencioso, cuanto menos exagerado, pero lo hemos hecho. Nos hemos desplazado hasta salamanca para acompañar a un criador con más de 40 años de experiencia a sus espaldas. Perdices, conejos, liebres y patos completaron una jornada inolvidable en la que francisco sánchez, responsable del afijo los vizantos, compartió con nosotros su tiempo, sus perros y su enorme experiencia en la caza.

Francisco se define como un enfermo de la caza de la perdiz. No recuerda el momento en el que este pájaro le embrujó, pero sí las innumerables veces que le ha caído la noche encima tras el bando, siempre acompañado de alguno de sus perros.

OCHO RAZAS

Esos perros son el setter inglés, el pointer inglés, el braco alemán, el deustch drahthaar, el epagneul bretón, el podenco portugués, el golden retriever y el galgo español. Cría nada menos que ocho razas de perros de caza, pero nos confiesa que le hubiera gustado poder dedicarse a más: “Me gustaría tenerlas todas, porque me gustan todas las razas de perros de caza. Pero sería imposible hacer un buen trabajo, porque ya me cuesta todo mi tiempo hacerlo lo mejor posible con las que crío”. Pero, ¿qué fue lo que le hizo decantarse por estas razas? Su respuesta es la que le han ido dando los cazadores a lo largo de los últimos 40 años: “Pienso que las que crío son las más interesantes, las que más tienen que ofrecer al cazador y las que éstos más demandan. Hace años crié y trabajé mucho con el perdiguero de Burgos, incluso conseguí hacer a una de mis perras campeona de España. Éramos varios amigos y criadores, algunos han seguido con nuestro perdiguero y aún hoy dedican sus esfuerzos a luchar por esta raza, para mejorarla, pero la escasa demanda por parte de los cazadores impedía que pudiera criar los perros necesarios y hacerles el seguimiento requerido para saber lo que se debe mejorar y por dónde ir en el trabajo de selección. Por eso abandoné la raza y decidí dedicar mis esfuerzos a los perros con los que podía mejorar generación tras generación”.

Drahthaar

Impresionante el trabajo que desempeñó este drahthaar dentro y fuera del agua.

Cuando nos pusimos en contacto con Francisco, le preguntamos si nos permitía acompañarle a una jornada de caza con sus perros, pero enseguida nos corrigió: “Podéis venir cuando queráis, pero no esperéis una jornada de caza al uso. Yo antes salía a cazar con dos perros, uno para la mañana y otro para la tarde, pero desde hace bastante tiempo me veo obligado a llevar más. No hay otra forma de prepararlos. Cuando le mato alguna pieza a uno, vuelvo a la furgoneta y lo cambio por otro, y así hasta que saco a todos los que llevo o llega la hora de volver a casa”. De esta forma, cuando llegamos a su casa, en la localidad salmantina de Ledesma, ya tiene preparados dos bracos alemanes, dos pointers y un bretón, que serán los perros con los que saldremos por la mañana, no de caza, sino más bien, como nos ha dejado claro, de preparación.

43 AÑOS DE EXPERIENCIA

De camino al cazadero, situado Gejo de los Reyes, aprovechamos que estamos ante un cazador y criador de perros con 43 años de experiencia para conocer cuáles son las preferencias del aficionado actual con respecto al perro de caza y cómo han cambiado o evolucionado desde que empezó en este mundillo: “El cazador cambia sus gustos con respecto al perro, todo va por modas. El pointer estuvo mucho tiempo en auge, todos querían cazar con este mostrador británico y era raro no ver alguno en un día de caza. Después le llegó el turno al braco, ahora parece que el bretón está adquiriendo mucha importancia, así lleva unos pocos años…, todo va por tendencias, que suelen estar muy relacionadas con la atención que los medios de comunicación le prestan a determinadas razas. Si en una revista publican que el pointer es el perro preferido de los cazadores, eso creará tendencia y arrastrará a muchos otros a adquirir un perro de esta raza”.

Quizá sea éste el secreto que mantiene a un criador durante más de cuatro décadas en el mercado del perro de caza, darle al cazador lo que demanda.

MAÑANA DE PERDICES Y LIEBRES

El coto está a 20 kilómetros de Ledesma, un precioso campo de monte bajo en el que los perros no lo tienen nada fácil. La mañana está fea, amenaza agua, una lluvia que lleva casi toda la semana mojando estos suelos. El criador los irá sacando de uno en uno para que así aprendan lo máximo posible de cada lance. Los que rompen el hielo son los bracos alemanes. Se trata de perros en su segundo año de vida, como todos con los que cazaremos hoy. El primero busca por delante de la escopeta sin alejarse mucho de ella, puesto que el terreno así lo exige. Escobas, matas que salpican todo el suelo, robles y pinos, pedregales o tomillares pueden esconder a la liebre, ocultar el encame del conejo o servir de parapeto al bando de perdices. Son éstas las que espera encontrar Francisco. Mientras el perro lacea y pasa su nariz por cada rincón a ambos lados de nosotros, nos confiesa que un poco más allá de donde nos encontramos suele toparse con un bando en el que días antes ha contado nueve perdices. No tardamos en dar con ellas. El braco corta el aire en uno de sus lazos y comienza a ventear. Allí había dejado su olor el bando. El perro sigue cortando el viento, aminorando la marcha, indicando al cazador la presencia de las perdices, que no tardan en salir, muy por delante, imposibilitando el disparo. Un buen comienzo que da indicios de la valía del braco. Ahora le toca al cazador conducir al perro hacia donde las perdices tienen la querencia, algo que Francisco conoce a la perfección después de más de veinte años pisando este monte. Menos de diez minutos llevando al perro, asentando el vínculo con el cazador a través de una comunicación verbal y gestual, bastan para dar con las perdices de nuevo.

pointer

El pointer, tras mostrar la liebre en el tomillar, se la lleva al cazador para completar un efectivo cobro.

El can repite las mismas acciones, recibe la emanación, corta la búsqueda y se centra en un lugar, esta vez llegando a la inmovilidad a la que llamamos muestra. Una perdiz sale muy adelantada, fuera de tiro, pero ante el escándalo del batir de sus alas otra hace lo propio un poco más cerca, lo suficiente para que Francisco la alcance con un certero disparo. El braco hace gala de otra de las virtudes que engalanan a esta raza: un cobro efectivo. Tras el mismo, nos dirigimos a la furgoneta para darle el relevo al otro braco, de capa negra y más delgado que el primero. Con él acudimos a otra zona, a “molestar” a otro bando, puesto que nuestro anfitrión reparte la presión cinegética todo lo que puede, ya que “la perdiz hay que cuidarla mucho, más aún en un año como éste, en el que lo ha tenido tan difícil para criar”. Con este braco también disfrutamos de una caza íntima, cercana y en contacto con el cazador.

POINTER: MUESTRA, LIEBRES Y PERDICES

Le llega el turno al primero de los pointers, un macho joven, fuerte, con un galope impetuoso, siempre con la nariz en alto buscando en el viento. Los primeros metros tras sacarlo del vehículo brindan un terreno despejado en el que el perro puede sacar el empuje que todo pointer debe tener. Lacea por delante hasta que súbitamente ancla la cabeza en el aire, haciendo que su cuerpo gire por la inercia en un derrape que le deja totalmente inmóvil. “Eso es una liebre”, sentencia Francisco. El perro, cuando llega a su posición el cazador, comienza a guiar en dirección a un tomillar que tiene a unos veinte metros frente a él. El suelo no se ve entre el mar de tomillos, lo que dificultará el disparo en el caso de que el perro consiga indicarle al cazador la ubicación exacta de la liebre. Es justamente lo que sucede. Cuando el pointer detiene su paso, Francisco sabe que la mata hacia la que apunta la nariz del perro es la que oculta a la lepórida. Cuando la pisa, está prevenido, con la escopeta a medio encarar, pero ni aún así puede asegurar el tiro porque la liebre sabe lo que se hace, gira, regatea y se va ocultando entre lo más tupido del tomillar. Los plomos levantan ramas y algo de tierra, y la incertidumbre se prolonga hasta que el perro llega al lugar y levanta la liebre para que podamos verla.

Le llega el turno a la hembra, una preciosa pointer blanca y negra, muy parecida al macho. De esta perra podemos destacar su gran búsqueda y su inmovilidad en la muestra. Costó bastante tiempo conseguir cercar a una perdiz, puesto que se levantaban por delante del perro y de la escopeta, pero finalmente una patirroja agotada se “enterró” entre el ramal de una gran macha de matas. Acudimos rápidamente, antes de que la perdiz decida huir, y Francisco tiene la posibilidad de disfrutar de un lance cómodo y de un disparo fácil. La perdiz cae herida y la pointer la entrega con vida al cazador, como vemos en la fotografía.

BRETÓN, EL PERRO DE MODA

El resto de la mañana se la dedica el criador al ejemplar de epagneul bretón. “Bolo” es un precioso macho que ha entablado un estrecho vínculo con Francisco, siempre atento a sus indicaciones y muy obediente. Mientras lo prepara, Francisco nos explica que esta raza ha pasado a los primeros puestos en las preferencias del cazador: “Ahora el bretón está de moda, es un perro pequeño, que se puede transportar fácilmente, ideal para tenerlo en casa, además de tener unas cualidades en la caza muy destacables, su eficaz muestra, su capacidad para adaptarse a cualquier entorno, su resolutivo cobro…”. Todo esto lo comprobamos en la siguiente hora. El galope, combinado con un asequible trote, mueve al perro por delante de Francisco. Un espartal se convierte en el primer escenario que permite lucirse al pequeño mostrador. Con el viento a favor (bastante viento, por cierto), el conejo pasa por las fosas nasales del can y llega hasta su cerebro para que éste envíe la orden de parar máquinas. La muestra se rompe al saltar el conejo y comenzar una rápida carrera hacia un roquedo cercano, donde probablemente le esperaba la boca de la madriguera. Pero los plomos frenan su huida y el bretón recoge, porta y entrega la pieza sentándose delante del cazador.

La mañana nos tiene reservada otra grata sorpresa. Como cazamos con el último de los perros seleccionados, Francisco decide agotar el tiempo con él y seguir disfrutando de un can tan efectivo. Muy acertado, puesto que “Bolo” consigue poner una perdiz más delante de la escopeta. Los plomos la alcanzan, pero cae muy viva y obliga al perro a seguirla y buscarla durante unos minutos. Finalmente el bretón sale de la espesura con la perdiz viva en su boca, se acerca a su dueño y se sienta delante de él ofreciéndosela.

CAZA VESPERTINA CON SETTER

Un breve descanso, lo justo para comer algo rápido y cambiar a los perros, y volvemos al cazadero, esta vez cerca de un caudaloso río, ya que las últimas horas de la tarde estaban reservadas a la caza de acuáticas con drahthaar. Pero primero le llega el turno a una hembra de setter inglés. La lluvia ensombrece la tarde, pero no el trabajo de la perra, que se muestra muy efectiva en el monte, y suma a la percha una liebre y una perdiz más. Ambas tras una muestra baja, felina, avisando al cazador sobre el punto exacto donde las piezas se ocultaban. “Son formas de cazar distintas –comenta Francisco en referencia a la caza con mostradores británicos y a cazar con continentales como el braco o el bretón-, con el pointer o el setter la búsqueda es más amplia, la caza es más plástica, las muestras son impresionantes, y eso es lo que busca el cazador que acude a este tipo de perro. En cambio, con un continental la caza es más próxima, el perro se vincula más a su dueño y trabaja de manera más cercana”.

DRAHTHARR, IMPRESIONANTE EN EL AGUA

Como la lluvia se va haciendo más intensa con el paso del tiempo, nos apresuramos a llegar a la ribera del río. Nada más salir, el drahthaar impresiona al que lo mira. Es un perro grande, pero sobre todo fuerte, musculoso, con un manto tupido que acentúa esta sensación. “Elegí criar drahthaar y golden retriever por esto, porque aquí hay buenas zonas para cazar acuáticas y estos perros son ideales para disfrutarlas”, confiesa el veterano cazador. Un tupido carrizal separa el agua de la tierra, y aquí Francisco suele tener suerte y algún pato suele salir ante el acoso de sus perros. El fuerte perro alemán entra y sale del agua, rastreando, inspeccionando cada rincón sin que la vegetación le detenga. Su trabajo no puede describirse con otra palabra: impresionante. No tarda en conseguir desalojar a una hembra de ánade real. A pesar de salir tapada con los altos tallos del carrizo, Francisco consigue fijarla en el punto de mira y la alcanza. El perro nada hasta ella y la saca del agua para entregársela al cazador en la orilla. A pesar de la abundante lluvia, decidimos seguir cazando en aquella orilla. El espectáculo es demasiado bueno como para renunciar a él. Y el perro corresponde a esta confianza con otro lance muy similar al anterior. En esta ocasión los dos patos que arrancan ante su nariz lo hacen en un lugar más despejado, ofreciendo un disparo más asequible que acaba con un bonito macho cayendo al agua. De nuevo el drahthaar lo recoge y lo entrega a la mano. Sin duda, un fin de fiesta ideal. Terminamos mojados, calados, pero muy satisfechos por haber compartido un gran y variado día de caza con buenos perros. Y es que, como bien dice Francisco, el papel del perro en la caza es primordial, sobre todo para disfrutar de ella, y un cazador sin perro es mucho menos cazador.

Texto y fotos: Antonio López Espada

One Reply to “Tras perdices, liebres, conejos y patos con perros de muestra”

  1. AMG dice:

    Acabo de adquirirle un buen cachorro de bretón de la última camada en Ledesma. Solo con dos meses y ya promete. Muy cercano al hombre, siempre atento.

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