Aprovecho la oportunidad que me brinda Pablo Capote para explicar cómo, dónde, cuándo y por qué se está usando la caza con arco como complemento a la que se deba llevar a cabo con armas de fuego, o cuando estas no pueden ser empleadas.
Esta modalidad venatoria está siendo utilizada desde finales de los años treinta en las naciones más avanzadas del mundo, dados los muchos beneficios que aporta, y se aplica en la mayoría de los santuarios ambientales y parques nacionales de EE.UU., Canadá, Australia y Nueva Zelanda, en la mayoría de los países africanos, así como en Nueva Guinea, Groenlandia, Argentina y Chile. En las naciones de la U.E. viene utilizándose desde los años ochenta.
A nivel internacional se conciben tres opciones cinegéticas con arco: la caza mayor recreacional de ejemplares representativos o trofeables; los descastes selectivos; y los controles y erradicaciones de especies invasivas, hibridadas o alóctonas en entornos en los que no se pueden emplear las armas de fuego. Y esas tres opciones se avienen a tres diferentes regulaciones jurídicas.
La caza recreacional con arco y la de descastes selectivos se regulan en base a una legislación similar a la realizada con otro tipo de armas.
Cuando se autoriza durante emergencias cinegéticas, como las aprobadas recientemente en nuestro país, se puede intentar en días y épocas diferentes a los permitidos en la temporada común, pues legalmente ya no se trata de caza recreacional y los juristas de las agencias de medio ambiente las definen con conceptos tales como «controles poblaciones selectivos» y otras definiciones parecidas que evitan, por tanto, el verbo ‘cazar’.
En lo que atañe a los controles con arco en entornos especiales, el asunto se desliga aún más del concepto caza, para que pueda practicarse legalmente, ya que en tales espacios está prohibido cazar.
Así pues tener que llamar «controles poblacionales» a lo que a nuestro criterio no dejan de ser actos de caza, nos genera cierta desazón, pues se nos impide ser públicamente reconocidos como cazadores útiles y necesarios en lo que atañe a la conservación de los hábitats cinegéticos y a todas las especies implicadas sean o no sean cazables, pero…; es un hecho a nivel internacional que ante los nefastos excesos poblacionales de ejemplares de caza mayor como el jabalí, que está generando muy serias alteraciones ambientales y daños socio-económicos, la sociedad no cazadora comienza a concebir que la caza es algo que se ha de llevar a cabo, anual y controladamente, porque cada vez son más los conflictos que se están generando debido al hiperproteccionismo que han propiciado quienes nos han denostado tanto.
Por todo ello muchas cosas están cambiando; y como reciente ejemplo extranjero, en Argentina ya se permite y fomenta la caza de chanchos con arco y a caballo; y en España, generando incomodidad a más de un político, la Federación Catalana de Caza ya le ha comunicado a su correspondiente Consejería de Medio Ambiente que vaya planteándose cubrir los enormes gastos que soportan los cazadores al controlar anualmente las excesivas poblaciones de jabaliés que han potenciado, sobre todo y desde hace ya mucho tiempo, sus reiteradas políticas anticaza.
Nosotros, el gremio cazador, deberíamos fomentar todo aquello que conlleve a la sociedad no cazadora a considerarnos necesarios sin necesidad de eufemismos. Solo quería dejar claro que quienes estamos vinculados a esos controles y erradicaciones con arco no podemos emplear el verbo ‘cazar’, pues estamos avocados a usar el verbo ‘controlar’ por temas legales, aunque a nivel personal creamos que lo suyo sería no andarse con esas diplomacias jurídico-semánticas, pues al fin y al cabo lo que hacemos es cazar en favor de la naturaleza, así como en realidad lo hacen todos los cazadores de pro; y, aunque es lo que debería conocer, entender y aceptar la opinión pública, por el momento y lamentablemente no es así.
Javier Sintes
Consejero de la Federación Europea de Caza con Arco y representante de la National Bowhunting Education Foundation y del IBEP en España