Si no disponemos de un apoyo estable, sobre todo al realizar disparos a grandes distancias, y en general cuando por las causas que sean no colocamos bien el proyectil, no lograremos abatir limpiamente el corzo y será necesario pistearlo para poder cobrarlo, lo que no resulta nada fácil. Seguro que le habrá pasado alguna vez como también le aseguramos que si lee atentamente este artículo de Pablo Capote le será más fácil encontrar su trofeo la próxima vez que tenga que rastrearlo
TRAS EL DISPARO
Lo más recomendable es siempre contar con la ayuda de un perro de sangre, algo que es obligatorio en algunos países para salir a recechar. Si no se dispone de ayuda canina, al cazador no le queda otra opción que interpretar los rastros disponibles para seguir al animal herido.
Tras el disparo a un corzo, su reacción puede dar pistas al cazador de si ha resultado herido y, en caso afirmativo, en qué parte de su anatomía ha impactado la bala.
Lo primero que conviene hacer es marcar con referencias del terreno el punto donde lo hemos tirado, el último sitio donde lo hemos visto y el camino que ha recorrido entre esos dos puntos, para buscar indicios que ayuden al cazador a seguir su rastro.
LOS RASTROS
Las principales muestras que puede dejar un animal herido en su huida son: huellas, sangre, ramas rotas, contenido del tracto digestivo, huesos y pelo. La correcta interpretación de estas pistas y el seguimiento del rastro creado por ellas conducirán al cazador al cobro del corzo.
LA SANGRE
No encontrar sangre no es una prueba evidente de haber fallado el disparo, pero unas pequeñas gotas de sangre es prueba evidente de que el corzo está herido. Dependiendo de la cantidad y la naturaleza de estas muestras de sangre, el cazador puede valorar la gravedad de la herida y las posibilidades de cobrar el corzo.
Tipos de sangre
Dependiendo del color y la textura, de la sangre se pueden sacar algunas conclusiones y aventurar dónde se ha producido el impacto.
- Sangre de color rojo brillante: El color rojo brillante indica que la sangre es fresca y presumiblemente arterial, lo que aumenta las posibilidades de que el corzo esté herido de gravedad y, por consiguiente, las posibilidades de cobrarlo son mayores.
- Sangre espumosa de color rojo rosado: Este color y textura indican una procedencia pulmonar de la sangre, por lo que el cobro está casi asegurado. Es esta una muestra bastante clara y fácil de identificar.
- Sangre de color rojo oscuro: En teoría indica una herida que afecta a zonas menos vitales de la anatomía del corzo, irrigadas por venas. Personalmente creo que apreciar esta diferencia de coloración es difícil. Lo que sí es más evidente es que a medida que envejece el rastro, la sangre se oscurece, más rápidamente con tiempo seco y caluroso.
Es importante valorar la cantidad de sangre que pierde el corzo, ya que si se trata de una vena vital como la cava, es muy fácil que los coágulos producidos causen la muerte al animal. Aunque una importante pérdida de sangre tampoco implica necesariamente una herida mortal.