De Asturias a Cádiz tras el corzo

 No podemos negar que la caza del corzo está de moda. Y es que el pequeño cérvido cada vez cuenta con más adeptos, entre los que se encuentra el autor de este artículo, que lo ha cazado en diversos puntos geográficos de España y en diferentes modalidades. Quizás, si continúa leyendo, entienda por qué el duende del bosque levanta tantas pasiones.

Mi peregrinaje detrás del corzo me ha permitido conocer los diversos paisajes donde vive, intentando su caza, normalmente al rececho, a veces en batidas o esperas, en Asturias, León, Soria, La Rioja, País Vasco o el Pirineo gerundense (entres otros) o bien en batidas como en Los Alcornocales (Cádiz), sorprendiéndome siempre la dificultad de su rececho y caza.

En Asturias es abundante el “corzu”, como allí lo llaman, en toda la región. Lo mismo en zonas arboladas que en los bosques con prados y tierras de labor. Es más frecuentes en lugares de media montaña, incluso cerca de la costa, sin embargo, en zonas altas de montaña de la Cordillera Cantábrica su densidad disminuye, al sufrir la competencia del venado y la depredación por parte de los lobos.

De su caza por estas tierras, en Somiedo, recuerdo los fantásticos paisajes y la dureza de los recechos que realicé en la zona alta, donde eran relativamente escasos, encontrándolos más fácilmente en los pequeños prados, cerca de los bosques.

La mayoría de los recechos los realicé en diversas localidades de la provincia de León, a lo largo de los años, con resultados dispares.

LOS CORZOS DE BABIA

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Preciosas instantáneas tomadas en Babia, una zona donde la caza del prequeño cérvido es muy emocionante.

En la zona de Babia, lindando con Asturias, tuve la oportunidad de recechar a los corzos en zonas de media montaña. La densidad no es muy grande, pero su caza es emocionante en este lugar. Además, la presencia habitual de lobos y la esporádica de osos la convierten en única.

Tres días de salidas matinales y vespertinas nos costó abatir un corzo representativo la primera vez. Esta temporada el número de corzos sufrió una preocupante disminución: pasó de ser una de las regiones de España con mayor densidad de corzos a convertirse su presencia en ocasional y en algunas comarcas.

Un insecto desconocido en España hasta el año 2000 está diezmando la población de corzos en buena parte del norte del país. El culpable es un “gusano” denominado científicamente Cephenemyia stimulator.

El insecto no mata directamente al corzo, pero más de 50 larvas por animal pueden ser letales al impedirles respirar. La muerte se produce especialmente en la época veraniega por la aspiración de las larvas cuando su cifra es elevada. Desde la Asociación Nacional del Corzo se indica que “no existe tratamiento aplicable en el medio natural. La única solución es controlar la abundancia de corzos”.

La brusca aparición de este insecto se relaciona con la importación irregular de corzos europeos, lo que está originando un importante incremento de la mortalidad.

El rececho en la zona de Astorga (León) me dio la oportunidad de vivir uno de los lances más curiosos al no poder cobrar un corzo tras pistearlo. Tuvimos que dejar el rastreo para el día siguiente, ya que la noche se echaba encima.

Y cuál no sería mi sorpresa cuando al día siguiente solamente encontré los restos del corzo devorados por los lobos… y ni rastro del trofeo. ¡Cuestión de mala suerte!

EL CORZO ¿CUESTIÓN DE MODAS?

Hace poco más de 20 años la caza del corzo no era practicada por tantos aficionados como en la actualidad. De hecho, los recechos de corzo se han convertido en habituales. Por eso intento en este artículo dar una visión sobre los diferentes hábitats en los que los he recechado por España.

De abril a octubre la dificultad de su caza cambia: en abril, a comienzos de temporada (marzo en la zona de Cádiz y Málaga), están más confiados, siendo más difícil su abate conforme avanza la primavera. A mediados del mes de julio comienza el celo y se les caza hasta octubre (según comunidades), cuando la posibilidad de capturas es menor.

En la actualidad la presencia del corzo es muy común y está en expansión en muchas zonas. No ocurría lo mismo en la primera mitad del siglo XX, cuando se llegó casi a su extinción en zonas del sur de Europa debido a la pérdida de su hábitat y a la sobreexplotación.El número de corzos empezó a incrementarse de nuevo hace unos 35 años a causa del abandono del campo, la mejora de los periodos de vedas de caza y las reintroducciones de ejemplares provenientes en su gran mayoría de Francia.

Es una especie en franco crecimiento, habiéndose multiplicado por diez su área de distribución en España en los últimos cincuenta años. La territorialidad de esta especie y su extraordinaria capacidad de adaptación a distintos medios provocan que el corzo pueda ocupar tanto espacios forestales como agrarios y hasta zonas humanizadas.En cuanto a la caracterización genética, estudios recientes revelan una clara diferenciación entre las poblaciones de la mitad sur y la mitad norte de España. El traslado y la repoblación de corzos es una práctica relativamente reciente en nuestro país. En Cataluña y en el País Vasco se han efectuado repoblaciones con corzos procedentes de Francia.

Tras la revisión de Corbet (1978), todas las subespecies de corzo quedaron englobadas en una única especie: C.c. capreolus para todo el continente europeo. Se ha descrito una variedad en Andalucía, el corzo morisco (Capreolus capreolus garganta, Meunier, 1983), típico de esta zona. Presenta ciertos rasgos propios, como la ausencia de babero blanco en el cuello, pequeño tamaño, dimorfismo sexual más acentuado y cráneos más cortos y anchos.

TAMBIEN EN EL PAÍS VASCO

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foto tomada en el Valle de Carranza (Vizcaya). A la derecha, corza del Pirineo gerundense.

En el Valle de Carranza (Vizcaya) no hubo manera de cobrar un corzo. La causa es que no salían apenas de los bosques de pinos, siendo su rececho en el interior de estos casi imposible. Aquí sí se cumplía perfectamente su denominación de “duende del bosque”, ya que se sentía su presencia, pero no se lograba verlos. No pierdo las esperanzas de intentarlo de nuevo.

En La Rioja, por la zona de Piqueras, su rececho es diferente. Aquí la presencia de venados hace que su número disminuya al entrar en competencia por los recursos alimentarios. Grandes extensiones de bosques de pinos y encinas, con pequeños claros, hacen su rececho muy difícil pero también muy divertido.

En la zona del Pirineo gerundense las cosas cambian. Aquí los corzos proceden de repoblaciones de ejemplares provenientes de Francia. Es fácil verlos en los prados, al borde de las carreteras que conducen a las cumbres. Aquí el sistema empleado para cazarlos consiste en esperarlos cuando entran a las siembras, ya que el terreno es muy escarpado y difícil de andar si intentamos un rececho tradicional.

Por último, y para no extenderme demasiado, comentaré mis experiencias en Soria. Aquí he visto las densidades más grandes, siendo su rececho más clásico al existir grandes extensiones llanas de cultivo de cereal. La experiencia de recechar en solitario, tomándose todo el tiempo que haga falta mientras revisamos los sembrados en busca de algún buen ejemplar es algo que no se olvida.

Para mí esta es la auténtica caza, frente a frente el cazador y su presa, planificando meticulosamente las entradas para lograr nuestro objetivo, que no siempre se logra.

SU CAZA EN ESPERA

tras-el-corzo-8Me queda por hablar de la tercera modalidad con la que he cazado al corzo, la espera. Habitualmente es el rececho la que más he practicado, seguida de las batidas en la zona de Cádiz (aunque sé que también hay muchos aficionados a las batidas en la Cornisa Cantábrica).

Esperar dos o tres horas en la linde de un sembrado para lograr abatir al corzo cuando hipotéticamente salga al claro es una aventura de resultado incierto, además de tediosa.

Es la única forma de caza en los terrenos en los cuales, por su orografía o vegetación, nos es imposible entrar sin poner en aviso al inquieto corzo, siempre pendiente del menor olor o ruido extraño. El olfato y el oído son las principales armas de este animal para detectarnos, siendo su vista de una importancia relativa, No debemos olvidarlo si queremos obtener buenos resultados en nuestras esperas.

Es una buena manera de poder disfrutar del paisaje y de la naturaleza que nos rodea, así por lo menos es como deberíamos tomarlo si no queremos que la espera se nos haga pesada y los minutos se nos conviertan en horas. No olvidemos las máximas precauciones al entrar o salir del puesto de espera si queremos repetir ésta en días sucesivos. Así no nos descubrirán los corzos, pues de lo contrario es probable que desconfíen y no vuelvan a entrar.

SU EMOCIONANTE CAZA EN BATIDA

En cuanto al disparo tengo que reconocer que es en batida cuando se torna difícil, por no decir casi imposible. Un corzo a toda velocidad pasando por nuestro puesto seguido por los perros es una experiencia que no se olvida, e intentar acertarle con su pequeño tamaño es cuestión de práctica y de algo de suerte.

En el rececho, el disparo normalmente se suele hacer con tranquilidad, pero a veces tenemos que tomar decisiones rápidas y efectuarlo antes de que el corzo cambie de posición y nos impida hacerlo. La espera nos brinda el disparo más fácil, pues normalmente el animal está tranquilo, sin descubrir nuestra presencia, pero no debemos bajar la guardia y confiarnos. Actuaremos como en el rececho y aseguraremos bien la puntería. De todas formas, lo que es cierto es que la caza del corzo acaba por convertirse en pasión debido a su belleza y dificultad.

SU DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA

En España el corzo se distribuye de forma homogénea desde los Pirineos, País Vasco y Cordillera Cantábrica hasta la Sierra de Los Ancares, en Lugo, y los Montes de León, desde donde ha colonizado gran parte de Galicia. En Portugal aparece de forma natural al norte del río Duero.

Distribución del Corzo en EspañaHa experimentado una gran expansión en los Sistemas Ibérico y Central, penetrando hasta la parte más occidental de Las Batuecas. Se ha expandido asimismo en las sierras de Cameros, La Demanda y Urbión, ocupa las provincias de Burgos, Soria y La Rioja, la vertiente aragonesa del Moncayo y la Submeseta Norte, habiéndose localizado en varios municipios de la provincia de Valladolid. También en Guadalajara ha ampliado su distribución y se ha expandido desde el Sistema Central hacia la Serranía de Cuenca. En el sur peninsular sólo las poblaciones de corzos de los Montes de Toledo parecen estar experimentando una cierta expansión.

Al sur del Guadiana las poblaciones de Sierra Morena se localizan en el suroeste de Ciudad Real, penetrando en la provincia de Badajoz y de manera puntual en la confluencia con las provincias de Córdoba y Jaén. Las poblaciones de Cádiz y Málaga se mantienen estables, aunque a densidades relativamente bajas comparadas con el resto de poblaciones españolas. Ya hay citas de su presencia en la provincia de Granada.

Los tamaños poblacionales en España fluctúan entre valores de densidad próximos a los 20 individuos por kilómetro cuadrado en las montañas cantábricas y valores que no superan los 2 individuos por kilómetro cuadrado en algunos puntos de las sierras de Cádiz y Málaga. Las poblaciones del centro y norte peninsular han experimentado un crecimiento durante la última década, acompañado de una expansión desde las zonas montañosas hacia la periferia de zonas agrícolas. Aunque no es una especie amenazada, el traslado incontrolado de ejemplares con la intención de efectuar repoblaciones puede conducir a la pérdida de las características genéticas y ecológicas de las poblaciones autóctonas.

EL CORZO MORISCO, UN NUEVO FENOTIPO

tras-el-corzo-12Pertenece a una población genéticamente diferente al resto de poblaciones ibéricas (ha sido ratificado por el CSIC en el VII Congreso Europeo del Corzo, en Jerez, 2005) Se destaca el reconocimiento de esta nueva categoría de trofeos para corzo (Capreolus capreolus) en el flamante Manual CIC con un nuevo fenotipo: Corzo andaluz (C. c. capreolus, syn. garganta) El reconocimiento de este fenotipo distinto se basa en una gran cantidad de literatura científica y en los estudios disponibles hasta la fecha de la comunidad autónoma de Andalucía.

El ecotipo corzo andaluz se produce en las sierras de Cádiz-Málaga, en particular en las dos áreas de gestión de Los Alcornocales y Ronda-Grazalema. Mientras que en el nuevo Manual CIC sobre la evaluación y medición de los trofeos de caza se reconoce esta categoría separada de trofeo, los parámetros de medallas serán idénticos a los del corzo europeo común (C. c. capreolus).

 Félix Sánchez Montes

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