Rececho selectivo de muflón

Impacientes, esperábamos la llamada de la propiedad de la finca para que nos confirmase lo que tanto ansiábamos. Según los guardas, aquel veterano “carnero” cojeaba ostensiblemente a causa de un enfrentamiento en el celo con otro macho. Por fin sonó el teléfono. Confirmado, se nos ofrecía la oportunidad de abatir un muflón de esos que quitan el hipo a cualquier recechista. Pero seguro que su veteranía y experiencia no nos lo iban a poner nada fácil…

El sábado 12 de octubre de 2013 empezaba la temporada montera en Andalucía, así que nos dispusimos para la primera montería de nuestra agenda, esta vez en la provincia de Huelva. El resultado fue positivo, tanto para F.G.L., que cobró dos venados en su puesto de traviesa, como para mí, que en la linde cobré otro ciervo.

MANOS A LA OBRA

Volvíamos de montear cuando una llamada al móvil nos comunica la ansiada noticia: si queremos, podemos intentar recechar el muflón mañana, día 13, ofreciéndonos un día más en caso de no lograr nuestro objetivo. Aceptamos encantados y quedamos con el propietario a las 8:30 horas en el cortijo de aquellos predios.

Ya estaba el sol fuera cuando entramos a la finca. Antes habíamos parado en una venta de carretera para dar buena cuenta de un suculento desayuno: tostadas regadas por un buen aceite virgen extra de la zona y un café cargado, ya que el día se prometía duro.

La finca, muy bien cuidada, está enclavada en la campiña sevillana, en medio de una dehesa aclarada de encinas con algún eucalipto aislado. Una gran extensión de terreno llano se extiende delante de nosotros, parcelado mediante vallado en cuarteles de unas 400 hectáreas de extensión cada una y perfectamente delimitadas.

Nos esperaban en la puerta el dueño de aquellos andurriales y dos guardas, que, tras revisar la documentación, nos indican que subamos a un todoterreno que tienen preparado y comenzamos sin más dilación el rececho del muflón.

Estamos a mediados de octubre, y en septiembre comenzó el celo. Las manadas de muflones se deshacen en pequeños grupos en esta época, siempre liderados por una hembra vieja. Entonces los machos adultos y dominantes reúnen su harén de “ovejas” y se disponen a defenderlo de otros rivales.

La mayor parte de las veces, los machos se retiran ante la sola presencia del muflón dominante. En las luchas se empujan unos a otros y muy raramente acaban enfrentando las cornamentas. Se limitan, casi siempre, a un ritual en el que el vencido lame las orejas y el cuello del contrincante.

TODO UN RITUAL

rececho-selectivo-de-muflon_image4Son raras las contiendas, enfrentamientos con las poderosas testuces, resolviéndose más frecuentemente sus divergencias con simples empujones de costado. Todo ello en un ritual con marcadas pautas de conducta. Las hembras sexualmente receptivas despiden un característico olor (feromonas) fácilmente detectable por los machos. Estos no cejarán entonces en el cortejo hasta lograr la cópula.

Las hembras balan como las ovejas domésticas, mientras que los machos rara vez emiten algún sonido. Sin embargo, en la época de celo puede oírse a kilómetros de distancia el ruido producido por los cuernos al colisionar.

En esta ocasión buscábamos a un gran macho que en uno de estos escasos enfrentamientos había quedado contusionado, sufriendo una leve cojera. Una muy buena cornamenta, unida a su avanzada edad, le convertía en candidato idóneo para el rececho selectivo. Los guardas lo tenían bien localizado en su cuartel y sabían de sus idas y venidas, por lo que se suponía que no sería dificultosa su localización y su posterior rececho.

Como en el caso del rececho del gamo, narrado en el número de enero de esta revista y que se llevó a cabo en esta misa finca, una primera cancela nos advierte que estamos en un predio ganadero de reses bravas, así que habrá que tener un ojo siempre atento a los bichos que pastan en libertad. Pasamos la puerta y aparcamos en un recodo de la pista. Uno de los guardas se queda en el vehículo esperando, mientras el otro nos indica que saquemos el rifle de la funda y lo carguemos, pues empezamos el rececho. El dueño de la finca nos acompaña esta vez, así que avanzamos lentamente divididos en dos grupos: en el primero, F.G.L. y el guarda; y un poco retrasados, el propietario y yo, siempre atentos a nuestro alrededor por si localizamos al muflón que buscamos. Eso sí, procurando no hacer ruido al avanzar por el pasto seco y parándonos cada pocos metros para otear con los prismáticos con el objetivo de localizar al muflón que buscamos.

El día, radiante y algo caluroso, va avanzando, y seguimos sin localizar al muflón. Ya hemos observado varios rebaños de muflones, algunos con buenos ejemplares, pero no es el que buscamos. Algunos gamos ya están echados a la sombra de las encinas y los toros bravos no nos pierden de vista (ni nosotros a ellos), atentos a nuestros movimientos.

¡ALLÍ ESTA!

En esto estábamos cuando el guarda, más acostumbrado en estos menesteres, señala a unos 500 metros a un grupo donde sobresalen dos grandes machos. Están pastando ajenos aún a nuestra presencia y el viento nos es favorable. De todas formas hay que procurar no hacer movimientos bruscos, pues poseen una vista extraordinaria.

Nos detenemos a esperar que se muevan… y lo hacen al cabo de diez minutos. Entonces podemos observar que el muflón objeto de nuestros afanes va un poco rezagado y cojea de su mano derecha. El guarda, tras observarlo unos minutos, confirma que es el “borrego” que buscamos. Ahora queda acercarse a  una distancia óptima de disparo, cosa que no parece fácil a priori.

El rebaño de muflones se va desplazando lentamente hacia nuestra izquierda, alejándose cada vez más. Decidimos dar un rodeo amplio para poder acercarnos a la “tropilla” sin que nos vea. Tras un buen rato andando, aprovechando una pequeña loma para ocultarnos, al fin damos vista al lugar donde suponemos que se encuentra el rebaño.

Efectivamente, están a unos 150 metros de nuestra posición, aún no se han percatado de nuestra presencia y siguen pastando tranquilamente. El guarda le indica a F.G. que no dispare hasta que se lo indique, pero que se vaya preparando. Un 8×68 y balas KS de 180 grains será lo que usemos esta vez. El rifle, puesto a punto a una distancia de 200 metros, que es la óptima de tiro en este tipo de recechos.

BUSCANDO EL MOMENTO

ececho-selectivo-de-muflon_image6Nuestro macho se encuentra ahora a nuestro frente, pero muy tapado por un grupo de hembras que se interponen entre él y nosotros. Esperamos pacientemente a ver si nos da una oportunidad, pero se hace esperar.

Tapados tras el tronco de una gran encina que nos oculta, es posible observar al grupo de muflones: una docena de hembras, varias crías del año anterior y un par de grandes machos que están juntos. Se ve que el celo ya se está pasando en estas tierras del sur.

Observo que el guarda le hace una seña al tirador, el macho que recechamos se aparta un momento del grupo. ¡Es el momento que esperamos!

Sin rapidez, F.G. apunta sin tomar ningún apoyo, a pulso, y deja que el disparo le sorprenda. Un estampido y veo cómo el muflón acusa perfectamente el disparo. Está a 190 metros y dándonos su flanco izquierdo. Un disparo alto de codillo parece que va a sentenciar el lance, pero no es así. Con las fuerzas que le quedan, el macho da una pequeña carrera, se para y vemos cómo se tumba.

Ya conocía la dureza de estos animales cuando están heridos, pues alguno ha caído en monterías ante mi rifle y nunca se quedaron en el sitio. Aun con un disparo certero tienen fuerzas para seguir corriendo, y a más de uno lo he tenido que pistear bastantes metros antes de dar con él.

Nos quedamos esperando un rato a ver qué pasa con el bicho. A través de los prismáticos podemos ver que el animal aún no está muerto, tiene los ojos abiertos y solamente se ha echado.

CON MUCHO SIGILO POR SI SE LEVANTA

Decidimos entonces acercarnos para ver qué hace. Eso sí, preparados por si hay que disparar de nuevo. A unos 100 metros de él y cuando ya creíamos que no se movería, el muflón se levanta de nuevo (hay que ver qué gran resistencia) y emprende un suave trote alejándose despacio de nosotros.

Esta vez coge a F.G. preparado, apoyado en el tronco de una encina. Apunta lentamente… y ahora sí, el muflón se desploma al impacto del balazo, muy bien colocado. Ha costado abatirlo, sí señor. De todas formas, esperamos unos minutos antes de acercarnos al “borrego”. ¡Es espléndido! Seguro que dará metal… y probablemente oro. Nos fundimos en un abrazo y F.G. recibe las felicitaciones de los presentes. ¡Ha sido un gran rececho! El guarda procede a una medición en verde del muflón que le da más de 200 puntos seguros. Habrá que esperar a la homologación oficial para confirmar que es un oro.

Tras ello volvemos al cortijo, donde los guardas, con gran profesionalidad, proceden a la preparación del trofeo en unas instalaciones con las que cuentan para ese efecto. Nos invitan a un café en el jardín del cortijo, el cual aceptamos con gusto. La charla transcurre muy amena y nos prometemos volver a estas tierras más adelante. Un embarque de ganado bravo nos despide de esta preciosa finca. Con este rececho ponemos fin este año a una temporada espectacular.

UNA CAMPAÑA ESPECTACULAR

rececho-selectivo-de-muflon_image7El resultado nos deja satisfechos. Sin contar las monterías, sobre todo en Andalucía, hemos realizado varios aguardos a los jabalíes en Sierra Morena, en la zona del Santuario de la Virgen de la Cabeza (Jaén), con buenos resultados.

Y también disfrutamos de otro rececho al corzo en la zona de Babia (León), duro y largo que, tras dos intensos días, terminó con el “duende” que buscábamos abatido. A Somiedo (Asturias) acudimos tras el rebeco cantábrico. Nieve, paisajes espectaculares y el trabajo de un gran guarda nos permitió cobrar también un ejemplar de rupicapra. El isard, en el Pirineo gerundense, nos permitió una vez más conseguir nuestro objetivo. Una caza difícil en terrenos de alta montaña. Y por último, logramos cobrar dos cabras monteses en la zona de Las Batuecas (Salamanca), en una cacería clásica y peligrosa por lo escarpado del lugar, en la parte norte de Gredos.

Ahora toca esperar al próximo año para seguir disfrutando con nuestros recechos. Este año no nos podemos quejar. Los resultados acompañaron en nuestras salidas. A ver si el próximo logramos, al menos, pasarlo tan bien como éste.

Ya en Sevilla llevamos el trofeo a Iñigo Martínez-Conradi, nuestro taxidermista, al cual este año le hemos dado bastante y variado trabajo. Allí nos confirma que el trofeo del muflón es muy bueno y queda encargado de homologarlo cuando proceda. Al final, la medición oficial dio un total de 206,70 puntos: medalla de oro. •

 

¿ES UNA ESPECIE ALÓCTONA?

El muflón común o europeo (Ovis orientalis musimon) es un gran artiodáctilo de la subfamilia Caprinae que se puede encontrar en muchas partes de Europa. Se extinguió hace milenios de este continente debido a la caza excesiva y a los cambios climáticos, y quedó relegado a las islas de Córcega, Cerdeña y Chipre, siendo reintroducido en esta última isla durante el Neolítico. En siglos posteriores, volvió al continente, de la mano del hombre, con repoblaciones cinegéticas donde se adaptó perfectamente. De hecho, hoy en día es una especie en expansión, sobre todo en las zonas montañosas. En tiempos recientes se ha llevado también a la Península Ibérica y a las Islas Canarias. Por tanto, el muflón tiene un carácter alóctono en España, y ya se habla en algunas comunidades autónomas de su erradicación, a pesar de haber transcurrido más de 60 años desde su reintroducción por la Administración en algunas zonas de nuestro país y estar demostrada su presencia en la noche de los tiempos.

Félix Sánchez Montes

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