El jabalí y su caza
El alimento es evidentemente importante para todas las especies animales; pero si hay una que lleva esa dependencia al extremo, esta es el el jabalí.
Todo el ciclo vital de un guarro gira alrededor de ese requisito, el disponer de comida. las hembras mejor alimentadas serán más gordas, estarán más sanas y entrarán antes en celo, algo que hacen por primera vez al alcanzar aproximadamente los 30/35 kilos.
También tendrán camadas mayores. los machos serán más fuertes para vencer a sus contrincantes y conquistar a las hembras más rollizas, etc. Esto hace que su ciclo vital sea muy variable, desde el momento en que pueden nacer jabatos en cualquier mes del año dependiendo de la disponibilidad de alimento.
En cuanto al tipo de alimentación, el jabalí no es muy selectivo y come prácticamente de todo, desde vegetales silvestres, cultivos o raíces a proteínas: gazapos, o huevos de las aves que anidan en el suelo (un diez por ciento de las que ingiere son de origen animal). Asimismo, insectos o carroña forman parte de su dieta.
A partir de ahí, los demás factores que le afectan son secundarios. se adapta bien a todo tipo de hábitats, desde estepas y secarrales a bosques de montaña, soportando bien tanto el frío como el calor.
Debido a su carácter oportunista y adaptable, ha encontrado en las últimas décadas, con el abandono rural y el crecimiento del bosque, que le ofrece alimento y refugio, un medio ideal para prosperar llegando a colonizar la totalidad de la península, adentrándose con frecuencia hasta en núcleos urbanos, causando los problemas consiguientes que eso implica, por lo que su caza para regular sus poblaciones es una necesidad.
Cazar jabalíes.
En nuestro país, debido a su gran variedad de hábitats y climas, existen múltiples modalidades de caza con y sin perros y utilizando armas de fuego, blancas o arco, algunas únicas en el mundo y por tanto dignas de protección como costumbres culturales antropológicas. las más populares son la montería tradicional de la mitad sur peninsular y las batidas o resaques norteños con sabuesos y otros perros de rastro. en ellas, una serie de cazadores se colocan en puestos fijos a esperar que grupos de perros o rehalas levanten y lleven a los guarros a los mismos, guiados por los perreros.
Otra modalidad muy popular es el aguardo, en la que el cazador se aposta escondido durante la noche a esperar la llegada de un jabalí que acude buscando una baña de barro o comida, o se sitúa en el recorrido que sabe que el jabalí efectúa a diario.
También se practica la caza al salto o en mano, en las que los propios cazadores levantan y disparan al animal; o el rececho, donde el cazador, provisto de prismáticos, otea grandes extensiones de terreno para descubrir algún jabalí desencamado, para dirigirse con sigilo hasta su proximidad para conseguir abatirlo.
Otras modalidades menos comunes y conocidas, aunque quizás más románticas, son el lanceo a caballo o la ronda nocturna. cualquiera de las formas de caza que se practique es apasionante, ya que el objetivo es el jabalí, seguramente la especie más esquiva e inteligente con la que un cazador pueda toparse.
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