El puesto en media veda

 

Como en cualquier modalidad de caza en puesto fijo, y más en la caza de palomas y tórtolas, de la construcción del puesto, su ubicación y la aptitud del cazador dentro de él, va a depender el éxito o fracaso de la cacería, al margen, claro, de la habilidad con la escopeta.

Lo primero que hay que observar es dónde colocarlo. Y será en algún lugar por el que las aves, tórtolas y/o palomas pasarán para entrar en la siembra o comedero. Por ello, lo primero que hará el cazador, días antes de la cacería, es observar por dónde entran mayoritariamente los pájaros, y por esa zona construiremos el puesto.

Buscaremos luego un lugar más o menos despejado de árboles; o que estos tengan una separación que permita un tiro más o menos limpio, pues la tórtola al primer tiro buscará zigzagueante un vuelo bajo entre sus copas, dificultando un segundo tiro.

La estrategia de la paloma será coger altura, por lo que tendrá menos importancia que los árboles estén más o menos juntos. Si entre los árboles hay alguna mancha de matorral, ahí es donde colocaremos el puesto. Muy importante también que esté en sombra, no ya porque estaremos más cómodos y frescos ante el abrasador sol del verano, sino porque también la sombra es la mejor aliada para camuflar nuestra presencia.

 

 

Muchas veces hay que fijarse si ese lugar tendrá sombra a medida que avance la mañana, porque puede ocurrir que a primera hora, por la posición del sol, un frondoso árbol le dé sombra, pero a medida que el astro rey siga su camino quede sin sombra al poco de iniciarse la cacería.

Elegido el lugar, es el momento de hacer un acomodo entre la maleza e ir tapando huecos, a ser posible con idéntico material para no levantar sospechas. Por ejemplo, si estamos en una pequeña mancha de jaras, no cortemos las ramas de un eucalipto cercano, pues las verdes y tupidas ramas del eucalipto extrañarán a las aves que sobrevuelen la zona porque días antes no vieron nada parecido.

No obstante, conviene decir aquí que es fundamental construir los puestos días antes de la cacería para que las aves se vayan acostumbrando a ellos, sobre todo si se hacen en lugares donde antes no había nada, por ejemplo una dehesa sin matorral o un rastrojo pelado.

Pero, se construya donde se construya, hay que elegir matorral del lugar, por ejemplo pacas de paja si se trata de un rastrojo; aunque, como digo, si se construye semanas antes de la cacería, mejor se acostumbrarán las aves.

Por ejemplo, se utiliza mucho planchas de brezo, que se emplea en menaje de jardín para levantar setos. Es un material ideal, pero en este caso hay que construirlo con bastante anterioridad.

En los últimos años se utilizan mucho las redes de camuflaje, magníficas también; incluso los trajes enterizos de camuflaje, que permiten al cazador la máxima movilidad; y si encima se mueve siempre en las sombras pasará desapercibido, máxime si se tapa la cara con máscara del mismo material o rejilla. La cara blanca del cazador y sus blancas manos es lo que resalta en un mar de verdes oscuros y negros.

Muchos cazadores recurren ya a los puestos prefabricados e incluso a los de perdiz con reclamo revistiéndolos después de maleza. Cualquier opción es válida, pero lo mejor es hacer los puestos con antelación y si son de última hora montarlos en sombra es fundamental.

Pero al margen del puesto y su ubicación, la diferencia va a estar en cómo se comporta el cazador dentro de él; es fundamental ver venir a las aves cuanto antes mejor porque eso hará que te prepares a conciencia y dispares antes de que el ave perciba tu presencia, lo cual es fundamental porque te irás preparando, escondiendo tu rostro y elevando la escopeta justo cuando el ave llega a un lugar sin retorno, nunca antes.

Y esta es otra máxima del tiro en puesto fijo. Debemos encarar cuando el ave nos sobrevuela, no antes. Muchos cazadores encaran antes de que el ave llegue al puesto y este movimiento produce reflejos del arma que el ave ve y le da tiempo a desviar su trayectoria o dar un repentino quiebro.

En el puesto hay que estar siempre mirando en lontananza para detectar el ave lo antes posible y seguir su evolución hasta que llega a nuestro puesto. Lo ideal es estar de pie mirando por encima del puesto y una vez localizada el ave seguir su evolución hasta que entre en nuestro campo de tiro. Y entonces encarar.

Esta posición, si no hay mucho paso, puede cansar, y por ello es conveniente tener una silla para mirar sentado para disparar luego de pie. Atento también a los tiros de los compañeros pues pueden haber fallado el pájaro o espantarlo ya posado y que escape por nuestra zona; aquí el aviso entre cazadores es muy importante.

 

Con el sol de frente.

La pasada media veda sufrí un puesto incomodísimo, y es que desde que amaneció tenía el sol de frente y era precisamente por donde entraban mayoritariamente las aves. Estaba medio ciego y muy incómodo, y eso que llevaba gafas de sol, hasta que descubrí un truco infalible. Junté matorral de la zona y lo prensé bien hasta hacer una especie de disco muy tupido impenetrable al sol.

 

 

Busqué luego una jara larga y ensarté el disco como si fuera una piruleta y lo clavé en el puesto tapando el sol. Ahora no veía el sol y no me molestaba, pero en el momento que un ave entraba y se salía de la línea imaginaria que estaba entre el sol y la ‘piruleta’, la veía perfectamente, eso sí, había que estar muy atento, pero funcionó bastante bien.

 

El cobro.

Yo prefiero tener un cobradero fácil y tirar menos que tirar más pero tener uno difícil, máxime por el calor que hace. En cualquier caso hace muchos años alguien me enseñó el truco del ‘mapa cobrador’, podríamos llamarlo.

Se trata de pintar en un cartón, por su rigidez, varios círculos concéntricos siendo el centro de los mismos el propio puesto. Cada círculo concéntrico indica unos diez metros a partir del puesto. Por ejemplo dibujamos cinco círculos concéntricos que equivaldrían a unos 50 metros desde el puesto.

Y le ponemos al ‘mapa’ un norte, un sur, un este y un oeste. Y cada pieza que derribamos la colocamos en el ‘mapa’ con una cruz o hacemos un agujerito con un palito, a la distancia y dirección que suponemos, por ejemplo tercer círculo dirección oeste.

También pintamos los accidentes más destacados para situar mejor dónde cayeron los pájaros, una piedra gorda, un chaparro, etc. De esta forma no tenemos que salir del puesto a cada momento y sabremos el número de piezas abatidas y por dónde cayeron aproximadamente.

 

Cambios de última hora.

Los puestos se colocan por donde suelen entrar las tórtolas y las palomas, normalmente por donde sale el sol, aunque no siempre. Por otro lado es habitual que tras los primeros tiros las aves pueden cambiar algunas querencias o escapar por lugares insospechados.

Ocurre también, sobre todo con las palomas, que aunque eran cientos las que entraban a los puestos con los primeros tiros dejan de hacerlo o se van a las nubes en cuanto observan alguna anomalía, y dejan de entrar.

También puede ocurrir que el día de la cacería sople un viento fuerte que haga que la paloma –la tórtola es más predecible– entre por otros lugares y ante cualquier tiro deje de entrar. Ante esto, si estamos en un coto privado donde los socios deciden todo pueden buscarse lugares alternativos. Si estamos en una cacería comercial, la tirada de tarde puede ser espectacular porque la paloma irá sin duda a comer.

De todas formas, si la querencia está en un coto privado, lo ideal es cazar solamente por la mañana o por la tarde y no volver a cazar hasta la semana siguiente. De esta forma daremos tiempo a que se reponga y las aves que la visitan no la aborrezcan.

 

José Ignacio Ñudi Marianas