Guías de campo para identificar animales.

 

Tal bibliografía, cifrada en miles y miles de páginas, no ha surgido de la nada: se construyó siguiendo un proceso en ocasiones lento, en ocasiones rápido, a través de los tiempos.

El hombre, desde los albores de su existencia, no pudo sustraerse a la curiosidad que le proporcionaban los animales, al fin y al cabo, compañeros de aventuras en el planeta Tierra, por lo que las referencias sobre ellos, bien orales, bien escritas, fueron tomando cuerpo de doctrina, a partir, fundamentalmente, de las épocas clásicas de Grecia y Roma.

En efecto, entre otros autores como el griego Aristóteles, nacido en el 384 a. C., con su Investigación sobre los animales y como el romano Plinio el Viejo, nacido en el 23 d. C., con su Historia Natural, podrían ser considerados como las primeras piedras angulares que sostuvieron la ciencia zoológica.

 

Nomenclatura taxonómica.

Tuvo que transcurrir mucho tiempo a partir de los grandes pensadores de las civilizaciones antiguas griega y romana hasta que el estudio sobre los animales adquiriera debida atención. Hemos de remontarnos al siglo XVII, en el Renacimiento, cuando el neerlandés Antonvon Leeuwenhoek, nacido en 1632,inventara el microscopio que permitió conocer el mundo de los seres de diminuto tamaño.

Abierta la veda para usar las armas de la inteligencia en la captura de conocimientos sobre los intrincados vericuetos por los que caminan los seres vivos, 75 años más tarde de venir al mundo Leeuwenhoek, nacía el sueco Carlos Linneo, padre de la sistemática moderna, y en 1809 el inglés Charles Darwin, creador de la teoría de la evolución.

Fue Linneo el que instauró la nomenclatura de plantas y animales, logrando así que pasaran de ser unos “nadies” a unos “conocidos” con nombre y apellido, por lo general latinizados, permitiendo esto último que personas de distinto lenguaje, al hablar de alguna/o de ellas o ellos, se entendieran entre sí sin problema.

 

En busca de nuevas especies.

El empeño en conocer y clasificar a los seres vivos hizo que muchas personas dedicaran parte o algún momento de su vida en realizar viajes de más o menos envergadura por distintos lugares del globo terráqueo.

 

Guía de aves de Europa

 

Darwin fue, en este sentido, protagonista aventajado, ya que hizo un recorrido alrededor del mundo a bordo del bergantín Beagle, capitaneado por Robert Fitz Roy, desde el 27 de diciembre de 1831 al 2 de octubre de 1836. En esos casi cinco años de duración descubrió un buen número de especies de plantas y animales, así como sentó las bases de su futura teoría.

Antes que él, en el siglo XVIII, siguiendo la ideología de la Ilustración, tuvieron lugar varias expediciones científicas entre las que cabe destacar la española de Mala espina, desde 1789 a 1794, comandada por los capitanes de navío Alejandro Malaspina y José Bustamante y Guerra a través de las costas de toda América, desde Buenos Aires a Alaska, Filipinas, Marianas, Nueva Zelanda y Australia, en la que se descubrieron 357 especies de aves, 124 de peces, 36 de mamíferos y 21 de anfibios.

Las expediciones contaban con excelentes dibujantes que captaban con precisión y realismo toda suerte de plantas y animales, lo que iba enriqueciendo los conocimientos botánicos y zoológicos.

Los dibujos permitían identificar con cierta facilidad las especies, de manera que sería posible aventurar que fueron los precursores de los que más tarde conformarían las guías de campo, libros diseñados para ayudar a reconocer plantas y animales.

 

Primeras guías de campo.

Estas guías, pues, estaban a punto de eclosionar, a ser una realidad. Y a ello coadyuvó de manera definitiva un personaje relevante en el campo de la ornitología, John James Audubon. Nacido en la colonia francesa de Saint-Domingue de la actual Haití, y nacionalizado estadounidense en 1851, realizó los primeros anillamientos en aves del continente americano.

Navegó por el río Misisipi con su arma y sus pinturas con la intención de encontrar y pintar todas las aves de América del Norte. En 1826 viajó a Londres consiguiendo el suficiente dinero mediante la venta de sus cuadros de naturaleza para publicar, entre 1827 y 1839, The Birds of America, obra con láminas grabadas y pintadas a mano acompañada con Ornithological Biographies, que incluía información sobre cada especie.

Guía de aves de AméricaEn 1842 apareció una versión popular del libro, convirtiéndose, de esta forma, en la precursora de las guías de campo de aves. En la última etapa de su vida Audubon trabajó con mamíferos falleciendo antes de terminar Viviparous Quadrupeds of North America, que fue completado más tarde por uno de sus hijos.

Al que le corresponde el honor de haber sido el autor de la auténtica primera guía de campo, también referida a aves, es Roger Tory Peterson (1908-1996). Nacido en Jamestown, Nueva York, publicó en 1934 la Guide to the Birds, y años más tarde, en 1954, junto con los ingleses Guy Mountfort (1905-2003) y Philip Hollom (1912-2014) la The Collins Field Guide to the Birds of Britain and Europe. Por último, en 1957, gracias a la editorial Omega y al traductor Mauricio González Díez, marqués de Bonanza (1923-2013), se editó en España la Guía de campo de aves de España y Europa.

A partir de entonces las guías de campo de aves se multiplicaron a todos los niveles zoogeográficos, de tal modo que raro es el país que no tiene la suya e, incluso, varias. Naturalmente, las aves no son las únicas protagonistas de estas guías también lo son un amplio número de taxones animales, entre otros, moluscos, arácnidos, crustáceos, insectos, peces, anfibios, reptiles y mamíferos.

 

La utilidad de las guías, incontestable.

Son instrumentos que, fundamentalmente, permiten a su poseedor solventar dudas sobre variadas cuestiones inherentes a la especie del ser vivo que se le presente como problema, ya sea su identificación, costumbres, caracteres morfológicos, distribución geográfica, estado de conservación…

Sus usuarios muestran una amplia gama de perfiles, desde el especialista al aficionado, del curioso al interesado, incluyendo en ellos al cazador, el cual, cuando conecta con la naturaleza, tiene la oportunidad de saciar su curiosidad identificando o asegurando la identificación de aquellos animales que se cruzan en su camino.

 

Guía de África

 

El ya citado Audubon fue precisamente un cazador experimentado. Pintaba las aves con ejemplares que abatía personalmente con disparos cuidadosos al objeto de no deteriorar sus cuerpos y que mantenía erguidos con alambres para conseguir una postura natural.

Tal era su maestría en la naturalización de aves que en 1826 dio una conferencia en  Edimburgo sobre este tema asistiendo a ella el mismísimo Charles Darwin. Y el también citado González Díez, traductor de la guía de campo de Peterson, uno de los fundadores y presidente de la Sociedad Española de Ornitología, tuvo un papel destacado como practicante de la caza y como ornitólogo, ambas cualidades demostradas con su escrito sobre la caza, costumbres y querencias de gansos y patos en las marismas del Guadalquivir aparecido en el Libro de la caza del Conde de Yebes, editado en 1964.

A estos dos autores, se le suman otros muchos, por lo que los argumentos que ciertos sectores de la sociedad esgrimen para denostar la actividad cinegética, gran parte de ellos demagógicos, caen por su peso.

 

La accesibilidad digital.

Bien es verdad que el devenir de los tiempos ha promovido cambios importantes en la forma de actuar, pero la historia dice lo que dice, y lo que actualmente hay es producto de lo que hubo. Con lo que hoy disponemos merced al avance tecnológico es, en verdad, impresionante.

La era digital en la que vivimos ha hecho fácil lo que antes era casi imposible hacer. Por ejemplo, las guías de campo son asequibles solo con deslizar el dedo por una pantalla de teléfono. Con la misma operación podemos escuchar las voces y cantos de prácticamente todas las especies conocidas del planeta. Con una máquina fotográfica, sin tener apenas experiencia, es posible obtener retratos de apreciable calidad de cualquier ser vivo.

Los tiempos cambian, pero el espíritu del hombre por conocer a los animales que le acompañan, sea de la manera que fuere, permanece.

 

Antonio Notario Gómez

Dr. Ingeniero de Montes

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