Parque Nacional y reserva de Doñana un origen ligado a la caza

El nacimiento de la Reserva y, más tarde, Del Parque Nacional de Doñana está ligado a la caza, la ornitología, el vino de Jerez, y a Sanlúcar de Barraneda, el fino y la manzanilla. El autor, conocido ornitólogo, cazador y copropietario de la bodega sanluqueña Hidalgo La Gitana, narra estos orígenes y la relación tan estrecha que tuvieron con estas actividades y localidades.

En el siglo XIX, la dedicación a las ciencias naturales llegó a convertirse en la ocupación más popular del pueblo británico, a la que se entregaban personas generalmente bien educadas y pertenecientes a familias de clases altas y acomodadas.

Es esta la época de las exploraciones y descubrimientos en el continente africano, muchos de ellos auspiciados por las Reales Sociedades Geográficas, como la de Londres o la de Edimburgo. Es el tiempo de famosos misioneros-exploradores como el Dr. David Livingstone y de grandes cazadores y safaristas como Frederick Courtenay Selous o Sir William Cornwallis Harris.

NACIMIENTO DE LA ORNITOLOGÍA ESPAÑOLA EN ESTA ZONA 

Esta llegada de naturalistas-cazadores, que a veces eran también colectores de huevos de aves salvajes y de especímenes de toda clase para nutrir a los museos, tiene lugar también en España, y a ella se suma la de los llamados «viajeros románticos».

En nuestra zona, en el rincón más sureño de la península, se concentran los de la primera categoría, aunque también aparecen «románticos» como el impertinente Richard Ford, autor de Manual para Viajeros por Andalucía y Lectores en Casa, publicado en Londres en 1845.

La concentración de estos personajes en nuestra región se debe a dos objetos de atracción para ellos. Por una parte la colonia británica de Gibraltar es punto de destino para muchos oficiales del ejército y de la marina que, en su tiempo libre, se dedican a la caza y a la observación de las aves en hábitats tan ricos y próximos como la comarca de La Janda o las marismas del Guadalquivir.

Por otra parte está el negocio del vino de Jerez y la manzanilla de Sanlúcar, descubierto por los súbditos de Su Majestad británica, como tantas otras fuentes de riqueza en el mundo, quienes pronto vinieron a instalarse en la región de producción para organizar los embarques de estos vinos hacia su país y hacia el resto del mundo. De ahí que muchos nombres británicos persistan en esta industria aun hoy: Sandeman, Mackenzie, Gordon, Terry, Byass, Williams, etc.

En la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, tenemos militares de Gibraltar que escriben libros sobre las aves de la región. Así el teniente coronel de Fusileros, Howard L. Irby publica en 1898 The Ornithology of the Straight of Gibraltar, y el coronel Willoughby Verner, de la Rifle Brigade, publica en 1909 My Life among the Wild Birds in Spain –Mi vida entre las aves silvestres de España–, que yo traduje al español para que lo publicara el Círculo de Bibliofilia Venatoria en el año 2000.

Por su parte, Abel Chapman y Walter John Buck escriben al alimón dos obras que ejercen una fuerte influencia en la apertura de Doñana para la ciencia: Wild Spain (La España agreste), 1893, y Unexplored Spain (La España inexplorada),1910.

Ambas están dedicadas a la caza y la historia natural de diversas regiones pero con especial incidencia en el conjunto Doñana-marismas del Guadalquivir, del que Abel Chapman escribe:

«Para nosotros, el Coto de Doñana ha aparecido siempre como un fragmento de la soledad salvaje de África, arrancado y especialmente preparado para nuestro disfrute en este remoto rincón de Europa… Para nosotros, cazadores, naturalistas y amantes de agrestes desiertos, Doñana representa nada menos que un paraíso en la tierra…» (Memories of Fourscore Years less Two, 1851-1929, Londres 1930).

Chapman y Buck eran comerciantes en vinos de Jerez, asociados a la compañía Sandeman and Buck, de la que todavía quedan bodegas en la zona. Formaban parte de un sindicato de cazadores que tenía arrendados los derechos de caza de Doñana y la marisma.

Está claro que todo esto no hubiera tenido lugar si nuestra región no hubiera sido especialmente rica en avifauna, si no contara con un buen plantel de especies nativas y residentes muy exclusivas, si no estuviéramos situados en un cuello de botella de la ruta migratoria que siguen las aves para emigrar entre Europa y África y viceversa, y si no recibiéramos un importante contingente de aves, como los ánsares y las grullas que, procedentes del norte de Europa, vienen a pasar el invierno con nosotros.

Podemos concluir, pues, que en nuestro país la práctica de la ornitología comienza a ver la luz en el cono sur de la península y se debe en buena medida a la influencia de ciudadanos británicos que, bien por Gibraltar o por el comercio del vino de Jerez, se encuentran afincados en la zona.

LA FUNDACIÓN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ORNITOLOGÍA (SEO) 

Esta estela dejada en la comarca de Doñana por los pioneros ornitólogos británicos es seguida por otros ornitólogos de otros países y también españoles.

En 1952, Tono Valverde y Francisco Bernis realizaron una excursión ornitológica a Doñana. Tono llegaría a ser luego director de la Estación Biológica de Doñana y del Parque Nacional que se constituyó en 1969. Bernis era profesor de Zoología en la Universidad Complutense de Madrid y fue el alma mater de la SEO hasta su muerte en 2003.

Los dos quedaron impresionados por la riqueza faunística de estos «desiertos» que llamara Chapman y pronto organizaron otras visitas para proceder al anillamiento masivo de garzas, que dio muchos y sorprendentes resultados científicos.

En este momento entra en escena un personaje clave en el entramado originario de Doñana y SEO. Mauricio González-Gordon, marqués de Bonanza, había nacido en Hampton Hill, sur de Inglaterra, en 1923 y en aquel país había recibido una educación británica y había reforzado la inclinación de sus ancestros por las ciencias naturales y la caza.

Miembro de una familia bodeguera, propietaria de la conocida firma González Byass, productora de la que quizás sea la marca de vino más conocida de España, el fino Tío Pepe, pudo conocer y disfrutar Doñana, por el hecho de que su padre fue primero arrendatario y luego propietario de estos terrenos.

Pero Mauricio fue además un adelantado a su tiempo en materia de conservación. No dudó un instante en prestar todo su apoyo a Bernis y a Valverde como propietario de una parte de Doñana y ahí comenzó a gestarse la creación de la SEO.

Antes de producirse este encuentro inevitable, Mauricio y algunos amigos suyos del negocio del vino, como Alexander Williams, practicaban con asiduidad el birdwatching.

Representaban una prolongación de esa cadena de aficionados a las aves que al mismo tiempo estaban relacionados con la producción y la comercialización de los caldos locales, entre ellos mi padre, Luis E. Hidalgo Gibaja.

Hasta entonces no existía una lista oficial de los nombres de las aves en el idioma español, tanto es así que Mauricio y mi padre, que eran grandes amigos, se referían a las distintas especies utilizando sus nombres en inglés.

De aquel encuentro entre Bernis, Valverde y González-Gordon, nacieron campañas de anillamiento en las colonias de ardeidas de Doñana, conocidas como «pajareras», a las que se sumaron otros aficionados, como Pedro Weickert y José Manuel Rubio.

En 1953 comenzaron en Doñana unas repoblaciones de eucaliptos como parte de un plan estatal para la «desecación de las marismas». Los González-Gordon, conscientes de las consecuencias negativas que ello traería para la conservación de este paraje natural, pidieron al profesor Bernis que redactara un informe-carta, el cual entregaron al Jefe del Estado.

En él se exponía el serio riesgo que corría España de perder la mejor reserva natural de Europa. Gracias a este informe, para el que Mauricio había buscado también el apoyo de expertos de otros países, el Gobierno de Franco desistió del monstruoso plan de transformación y por el momento Doñana quedó a salvo.

Aquel original núcleo de ornitólogos-anilladores españoles comenzó a gestar la idea de una sociedad dedicada al estudio de las aves como las que ya existían en otros países europeos. Sus integrantes recabaron los contactos de otros ornitólogos pioneros que había repartidos por toda España, y en 1954 quedaba constituida la Sociedad Española de Ornitología, SEO, con Francisco Bernis como Secretario General y ochenta y cinco miembros fundadores.

Hoy, sesenta y dos años después, esta ONG es reconocida como la más antigua de entre las dedicadas a la conservación en España y cuenta con doce mil miembros. Su nombre actual es SEO-Birdlife, como integrante de esta federación internacional de ONGs homólogas: Birdlife.

Me complace mencionar que mi padre fue uno de aquellos ochenta y cinco miembros fundadores y que yo he formado parte de su Junta Directiva durante más de veinte años.

La primera labor que atacó la Sociedad fue la elaboración de una Lista Patrón de las Aves de España, para que los aficionados pudieran referirse a ellas con nombres oficialmente reconocidos.

Por entonces, los contactos británicos de Mauricio habían proyectado las conocidas como Doñana Expeditions, unas expediciones a Doñana planeadas por Guy Mounfort en 1952, 1956 y 1957, y realizadas bajo su liderazgo por un grupo de ornitólogos, mayormente británicos, pero también procedentes de otros países.

Entre ellos figuras conocidas mundialmente como Julian Huxley, James Ferguson-Lees, Tony Miller, Roger T. Peterson, Phil Hollom, Lord Alanbrooke, etc., que contaron con el más famoso entre los fotógrafos de aves conocidos en la época, Eric Hosking, para hacer la cobertura gráfica del proyecto.

Resultado de estas expediciones fue la publicación de un libro, Portrait of a Wilderness, en 1958, por parte de Guy Mounfort y con fotografías de Eric Hosking, que contribuyó de forma definitiva a llamar la atención del mundo científico sobre Doñana.

Aún habían de traer estas expediciones otra consecuencia muy importante y positiva para la ornitología española: sería la publicación de la Guía de Campo de las Aves de España y Europa, en 1957 por la editorial Omega, la primera guía de aves ilustrada y en idioma español con la que pudieron contar los aficionados españoles.

El libro había sido elaborado por tres de los miembros de las Doñana Expeditions: Guy Mounfort, Roger Tory Peterson y Phil A. D. Hollom, y fue publicado en Inglaterra por Collins en 1954, bajo el título A Field Guide to the Birds of Britain and Europe.

Al conocer los autores a Mauricio, que actuaba de anfitrión y mecenas de las expediciones, vieron en él a la persona ideal para traducir la Guía a nuestro idioma, para que así se publicara en España. Les costó poco convencerlo, y sé de buena tinta que el trabajo de Mauricio fue arduo.

Recuerdo las discusiones entre él y mi padre, en su casa o en la nuestra, acerca de cómo interpretar los cantos de las aves en español partiendo de cómo estaban descritos en inglés. Discusiones que muy a menudo terminaban en largas risas ahogadas en copas de fino o manzanilla. Pero el resultado fue brillante y a partir de ahí pudimos contar los ornitólogos españoles con una valiosa herramienta de consulta para nuestros estudios y observaciones sobre las aves.

Al contar con Mauricio como anfitrión, y conocido el alto nivel de hospitalidad desplegado tradicionalmente por los bodegueros locales, no será difícil imaginar que todas estas actividades, campañas de anillamiento, exploraciones, e incluso las reuniones para la constitución de la SEO, se vieran enjuagadas con abundante consumo del vino local.

Tono Valverde narra con fina ironía en sus Memorias el continuo y oportuno suministro del «néctar jerezano» con que los favorecía Mauricio.

Hay una foto en la que aquel aparece a caballo vertiendo una botella de Tío Pepe sobre las aguas del lucio de Marilope, en el corazón de la marisma, y simbolizando de esta forma la toma de posesión de aquellos terrenos que se compraron para dedicarlos a reserva biológica.

También hay otras fotos antiguas con ornitólogos firmando en las botas –vasijas– de las bodegas de Jerez. No fue una casualidad el hecho de que el primer congreso ornitológico español tuviera lugar en Jerez, en 1968.

Sin duda el vino contribuyó notablemente al éxito de todas estas empresas relacionadas con Doñana y lo seguiría haciendo después.

CREACIÓN DE LA ESTACIÓN BIOLÓGICA Y DEL PARQUE NACIONAL DE DOÑANA

Tras conocer Doñana, Tono Valverde concibió la idea de crear allí una reserva biológica y un centro de investigación, y se puso a trabajar sobre ella.

Los grandes proyectos estatales como la desecación de la marisma, la plantación de eucaliptos y el potencial desarrollo urbanístico de la costa hacían de esta idea una necesidad.

Tono buscó para ello apoyos dentro y fuera de nuestras fronteras, y con Mauricio González-Gordon, con sus contactos y con su vino, consiguió bastante ayuda.

El resultado fue que en 1963 se fundaba el World Wildlife Fund, WWF, Fondo Mundial para la Vida Salvaje, con el propósito de recaudar fondos privados para comprar una parte de Doñana y dedicarla a la conservación y a la investigación biológica.

Los González-Gordon cedieron parte de sus terrenos para esta adquisición y además actuaron de intermediarios para convencer a otros propietarios.

La propiedad adquirida fue cedida por el WWF al Ministerio de Educación y Ciencia y el CSIC creó en ella la Estación Biológica de Doñana.

Luego Valverde compraría además la parte de marisma que es hoy la Reserva del Guadiamar y el lucio de Marilope, para añadirlos a la EBD.

El siguiente paso fue declarar todo el territorio parque nacional, y este quedó constituido en 1969, con Tono Valverde como director, al tiempo que también lo era de la EBD.

Javier Hidalgo