Llegó febrero y con el también el final de la temporada montera. Sigue sin llover lo suficiente, y si 2017 ha sido el más seco de los últimos 35 años, este 2018 lleva camino de superarlo si nos atenemos a las previsiones meteorológicas, que esperemos, se equivoquen por el bien del campo.
Último mes para poder conseguir el lance de nuestra vida, cobrar el gran macareno que llevamos tanto tiempo soñando, o conseguir abatir ese gran ‘pavo’ que hasta ahora nos fue esquivo.
¡Aún queda tiempo para ello!, y si no es así, la próxima temporada ya está a la vuelta de la esquina, y mientras tanto nos quedan los aguardos y recechos para acortar la espera.
La temporada sigue con un resultado que podríamos definir como discreto, aunque con una notable presencia de los jabalíes, que son los que están dando mayores alegrías en las monterías y ganchos a lo largo de todo el territorio peninsular, con una evidente presencia de grandes ejemplares en el norte de España.
Y como siempre, en las fincas que se han cuidado la alimentación y el aporte de agua, los resultados han seguido siendo buenos, notándose el positivo efecto que una buena gestión cinegética tiene en el resultado final de una montería.
Como parte negativa, tenemos, por un lado, los accidentes de caza en las monterías, que en casi todos los casos se hubiesen podido evitar poniendo en marcha eficaces campañas de prevención de riesgos, tanto por parte de los organizadores de las mismas como por las federaciones de caza y organizaciones relacionadas con ellas, y por otro, con las campañas anticaza que van en aumento.
En el primer caso, un gran porcentaje de esos accidentes son debidos a que los monteros se mueven de los puestos que tienen asignados, o se mejoran o doblan los mismos, se mueven en el transcurso de la montería para ir a pistear una res; o por los rebotes al disparar sobre las piedras, y, lo que es peor, no se aseguran de que el disparo no vaya a un viso, olvidando que la bala siempre debe ser ‘enterrada’ asegurándose de donde impactará, dando lugar a los percances que en la presente temporada se han producido teniendo, en una minoría de los casos, efectos fatales como es la muerte de algún montero.
En el segundo caso, vemos cómo las campañas en contra de la caza cada se hacen más virulentas, y cómo poco a poco los animalistas y pseudoecologistas que las promueven van ganando terreno a los cazadores, teniendo el apoyo incondicional de gran parte de la población y de los medios de comunicación.
Contra esta situación solo nos queda difundir el mensaje de que la muerte no es el fin último de la caza, sino que esta muerte es el resultado del ejercicio de la misma. Para ello, debemos primeramente concienciar al colectivo cazador de que cuiden sus actos, para no dar con ellos motivos a los que nos atacan. De no ser así, podría suceder que en no demasiados años veamos la prohibición de la caza, y no es una utopía lo que digo, no. Esperemos que me equivoque en esta predicción.
¡Esta temporada toca a su fin!, así que vamos a seguir monteando a pesar de todo y de todos, como son las cada vez mayores obligaciones que por parte de los legisladores nos agobian, o las críticas de los contrarios a nuestra actividad.
La caza es una actividad que, como ya he dicho en varias ocasiones, a muchos nos produce alegría y una sensación de libertad que es muy difícil lograr en nuestros días, y que además es legal, que parece que a muchos se les olvida.
¡Viva la caza!
Félix Sánchez Montes