Calor sofocante en La Carretona, los jabalíes no dieron la cara

Con sofocante calor y con una ligera brisilla, a veces, que se agradecía nos reunimos para batir la bonita finca La Carretona, en plena Sierra de San Pedro.

A las 8.00 de la mañana Cinegética Balmonte, al mando de su capitán de montería Baltasar Marrodán, daba cita a los monteros para dar cuenta de las consabidas migas y el café matutino. Y con las ilusiones más que intactas por el inminente desarrollo de la montería y sin perder tiempo se procedió al sorteo de los 53 puestos que cubrirían la mancha, llevándose a cabo con total rapidez y donosura.

A las 11.00 en punto de la mañana se dieron suelta a las 21 rehalas que batieron el monte con gran destreza, aun siendo unas fechas veraniegas, sacando de sus encames a los abundantes venados que atestaban la mancha, resultando los lances sin sucesión de continuidad durante toda la mañana.

Como era de suponer, los cochinos no dieron la cara por la abundancia de cervuno en la finca, que hacía que los perros no hicieran fuerza suficiente para sacarlos sofocados por el calor y las carreras tras los venados y las ciervas. No obstante se abatieron cinco cochinas y un “cochinete” de buen porte, pero muy nuevo aún.

Los venados, en cambio, sí salieron con bastante más facilidad, abatiéndose 24 de muy buen porte de montería, sobresaliendo uno de ellos muy bueno (con el cual tuvimos novio y todo), con longitud y grosor en sus cuernas, que tras una primera medición en verde, podría estar rondando el bronce.

Además, se presentaron ocho o diez cabezas dignas de la mejor montería, todos ellos con doce puntas, completando el tapete con una docena de venados muy bonitos de montería con una calidad media muy buena.

Todo el conjunto del día tuvo como colofón el soberbio catering con que nos obsequió Cinegética Balmonte que, como siempre, puso la nota positiva a todos aquellos monteros que tuvieron un mal día en el campo, con una gran comida.

Y no nos queda por menos que felicitar a Baltasar Marrodán y a todo su equipo por el fabuloso trabajo desarrollado, tanto montando la mancha como a la hora de recoger a los señores monteros de sus puestos y en la recogida de las reses posterior para formar el tapete final.

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