Volvo fue en 2002 una de las primeras marcas en golpear con la moda de los SUV o todocamino de lujo. La primera generación de XC90 vendió más de 600.000 unidades por todo el mundo y se constituyó como uno de los modelos de referencia en el segmento en sus 12 años de vida comercial. Pero tocaba renovación, y, después de dos años en la cocina –en 2014 se retiró del portfolio–, llega una generación que sabe continuar como referente de un segmento en el que la vida no es nada fácil debido a la gran competencia que existe.
De primeras, el XC90 no deja indiferente a nadie; pocos son los que dicen que no les gusta, pues su línea elegante y sobria destaca por un estilo muy limpio; y es nórdico 100 por 100, a pesar de que el capital de Volvo pertenece al grupo chino Geely, quienes, inteligentemente, han sabido darle a Volvo su propio recorrido y continúan la línea de éxito que el fabricante sueco lleva describiendo en los últimos años. Como no podía ser de otra manera, asociamos a Volvo la palabra seguridad, y el XC90 tiene a gala ser el modelo más seguro de su segmento, tal y como lo certifica EuroNCAP, empresa encargada de evaluar las medidas de seguridad en Europa.
UN POCO DE AQUÍ Y OTRO POCO DE ALLÍ
El Volvo XC90 es cierto que impresiona por su tamaño, 4,95 metros de longitud, 2 de ancho y 1,77 de alto. Pero destacable son también los 2,98 metros de distancia entre ejes, responsables de que en su interior nos encontremos con un habitáculo amplio y confortable, amén de los beneficios en comportamiento que tiene poseer una batalla tan amplia. Con esas impresionantes dimensiones exteriores, no es de extrañar que nos encontremos con un interior desmesurado en espacio.
Los asientos delanteros llaman la atención al estar muy separados entre sí y separados por un apoyacodos de grandes dimensiones. El centro del salpicadero está presidido por una enorme pantalla central táctil de 9 pulgadas (el tamaño de un iPad, para que nos hagamos una idea). En ella, y gracias a la tecnología Sensus, se aglutinan todas las funciones de control del vehículo, desde el climatizador a los dispositivos de entretenimiento, etc.
Es intuitivo y de fácil manejo; en pocos minutos parece que sea nuestro de toda la vida, pero tiene tantas posibilidades que, en ocasiones, acapara más atención de la que debería.
Junto a la palanca de cambio, un automático Geartronic de 8 marchas, tenemos el Drive Mode (los modos de conducción a los que sacaremos partido en bastantes ocasiones), de los que más adelante hablaremos. Como curiosidad, comentar que la instrumentación carece de los clásicos relojes; son una representación en una pantalla led, que es completamente personalizable y tiene diseños diferentes para cada tipo de modo de conducción.
Gracias a su enorme talla, dispone de tres filas de asientos, dispuestas en anfiteatro, es decir, la tercera fila algo sobreelevada frente a la central. Como en otros muchos, y a pesar de su amplitud, el pasajero de en medio no es perfectamente tratado pues este asiento es muy estrecho. Todas las plazas disponen de regulación longitudinal. De la tercera fila solo señalar que la banqueta es muy corta y que los más pequeños de la casa son su mejor público.
Por último, comentar del maletero que es de los más amplios de su segmento y que las operaciones de carga se solucionan fácilmente gracias a la apertura eléctrica del portón. Ya puestos a pedir, faltaría la apertura manos libres que, a buen seguro, no tardará en llegar.
COCHE DE LUJO Y TODOTERRENO
Ya hemos visto que el XC90 es un coche amplio que puede cumplir las tareas de un monovolumen de siete plazas. El perfil tecnológico lo descubrimos mediante el manejo de su pantalla y el sinfín de sistemas dedicados a la seguridad activa del vehículo. El de confort solo se puede comparar con las grandes berlinas de lujo del mercado.
Sus dimensiones y peso le dan un aplomo y estabilidad en carretera difícil de encontrar en el mercado; es un coche que se disfruta por confort en los largos recorridos y que en el día a día nos puede llevar a vivir en una burbuja, ajenos a toda incomodidad. A pesar de sus dimensiones no es torpón en comportamiento, aunque se encuentra, desde el punto de vista del comportamiento, en el lado opuesto del Porsche Cayenne.
Transmite confianza en cualquier trazado y, a pesar de su tamaño y tonelaje, se permite ciertas licencias que nos pueden llevar a pensar que vamos en un vehículo de menor tamaño.
Las buenas sensaciones en comportamiento se ven aumentadas por el buen hacer del motor. A priori podría sonar a escaso, un cuatro cilindros de dos litros y 225 caballos. No se trata de un motor muy refinado en cuanto a funcionamiento, pero es lo suficientemente solvente gracias a su buena respuesta a medios y bajos regímenes, lo que hace que sea perfectamente útil en todos los escenarios.
Si exploramos los regímenes más altos, el XC90 nos sorprende también, aunque los consumos en este caso se resienten y comienzan a dibujarse en el ordenador de a bordo cifras de dos dígitos, es decir, por encima de los 10 litros a los 100 km.
Gracias a la capacidad de su depósito, 71 litros, la autonomía del XC90 puede llegar a los 900 kilómetros, lo que nos permite afrontar un viaje sin necesidad de parar para repostar.
CAMPO, LO JUSTO PERO SUFICIENTE
Para el campo, la altura libre al suelo de 23,8 centímetros son un aval para saber que los bajos no quedarán tocados. Con la monta adecuada de neumáticos se puede ir más allá, pero con los asfálticos de serie las pistas sencillas o caminos rurales serán su escenario más adecuado.
Para la tracción total recurren a un sistema de tracción total conectable, que reparte el par entre ambos ejes mediante un embrague central Haldex, y que se complementa con las ayudas electrónicas del modo Off-Road, seleccionable en el Drive Mode.
En este programa se mejora la capacidad de tracción gracias a una gestión más permisiva del control de estabilidad, o el control de descenso de pendientes, sistemas indispensables para la mayoría de los usuarios y situaciones.