Perros contra el veneno

En muchas ocasiones somos los cazadores quienes sufrimos en nuestras propias carnes la lacra del veneno. Perdemos a nuestro fiel compañero de caza o nos quedamos sin cazar durante años por la suspensión cautelar del aprovechamiento cinegético de nuestro coto tras la aparición de cebos envenenados.

Precisamente, la preventiva y la disuasoria son algunas de las medidas que persigue la Unidad Canina de Detección de Venenos de Castilla-La Mancha, que realiza una importantísima labor. Para ser testigos de excepción de su trabajo nos desplazamos hasta Albacete, donde tiene su base de operaciones.

“Hay que actuar inmediatamente. Avisad a los de la Unidad Canina para que acudan raudos al lugar de los hechos”. El coordinador provincial de Agentes Medioambientales de Albacete, Francisco Serrano, pone en marcha el protocolo de actuación en supuestos de envenenamiento.

Las alarmas se encienden y, a partir de ese momento, se activa una maquinaria cuyo único objetivo es detectar el veneno lo antes posible para que no mueran más especies. Así comienza un día cualquiera de la Unidad Canina de Detección de Venenos de Castilla-La Mancha, cuya base de operaciones se encuentra en Albacete, en el kilómetro 2 de la carretera de Ayora, junto a las dependencias del Centro Provincial de Educación Ambiental y el Centro de Recuperación de Fauna.

Para conocer su meritorio trabajo nos desplazamos hasta la capital albaceteña, donde muy gustosamente nos estaba esperando el coordinador provincial de Agentes Medioambientales de Albacete, Francisco Serrano, quien nos contó que, actualmente, la Unidad Canina estaba compuesta, además de por los perros, por tres profesionales: dos agentes medioambientales, Marco Antonio Tomás y Antonio Martínez; y un personal laboral, Mariano Manzanares.

EL ADIESTRAMIENTO DE LOS PERROS

Tras relatarnos brevemente cómo trabajan, Francisco nos sorprende anunciándonos que nos habían preparado un simulacro para que fuésemos testigos en primer persona de cómo se emplean los perros y los agentes en un caso práctico. A la señal de Antonio, Dex, un pastor alemán de un año, acude raudo a sus pies.

Es increíble que un perro tan joven sea tan disciplinado. “Aún le queda mucho por aprender, pero ya hace sus pinitos en la detección de venenos”, nos cuenta Antonio. “Veréis cómo detecta el cebo de Aldicarb, nos dice Antonio mientras se aproxima a una hilera de cubiletes que había colocado previamente en el suelo.

Perros-contra-el-veneno-simulacroRápidamente los recorre levantándolos ante la atenta mira de Dex, que espera entusiasmado la señal de Antonio. Bajo uno de ellos ha dejado el cebo, pero… ¿en cuál? Precisamente, esa es la misión de Dex, detectar su presencia. “¡Vamos, Dex, busca!”, le indica Antonio al perro.

Como un misil, con el hocico pegado al suelo, Dex recorre la hilera de cubiletes.

Uno, dos, tres, cuatro… Parece que algo le mosquea en el siguiente cubilete.

Se detiene, empieza a rodearlos mientras los huele con ahínco… ¡Y se sienta! Increíble. No puede ser.

Ya lo ha detectado. Ahí está el veneno”, nos anuncia Antonio, que se acerca para comprobar que, efectivamente, Dex ha realizado correctamente su trabajo. “Aquí está el veneno, muy bien Dex, eres un buen chico, estás aprendiendo muchísimo”.

Con estas palabras agasaja Antonio al animal, que le mira atentamente esperando a que vuelva a iniciarse el “juego”. “Como veis, el animal se sienta cuando detecta el cebo. Parece fácil, pero son muchísimas horas de adiestramiento”, nos comenta Antonio. “Pues ya pueden ser buenos los adiestradores…”, le dijo.

El semblante serio de los agentes da paso a unas carcajadas que llegan incluso a sonrojarme. “¿De qué os reís?”, les pregunto.

Los adiestramos nosotros. Por ejemplo, este perro, Dex, era de mi hijo. Poco a poco fui enseñándole algunas cosas y… aquí le ves, es uno más del equipo”, nos cuenta Antonio.

Nuestra cara es aún más perpleja… ¡Son los propios agentes medioambientales quienes se encargan de adiestrar a los perros! “Sí, aunque no te lo creas, recibimos los perros cuando son jovencitos y nosotros somos quienes nos encargamos de adiestrarlos. Así, como lo oyes. Y no hemos comprado ni un perro. Todos ellos provienen de donaciones, regalos de amigos…”, nos sigue explicando Antonio.

Sí, no buscan una raza concreta. De hecho, entre los canes que forman esta Unidad Canina podemos encontrar un Braco, un pastor alemán, dos labradores e incluso un perro utilizado habitualmente para el pastoreo. “Lo de menos es la raza. Lo más importante es que sean resistentes, tengan muy buen olfato y, sobre todo, que sean juguetones”, asegura Antonio.

Tras conocer cómo se inicia a los perros más jóvenes en la detección de venenos, nos trasladamos a pie hasta un pequeño bosque, que forma parte de las instalaciones del Centro Provincial de Educación Ambiental, para comprobar in situ cómo actúa la Unidad Canina ante un caso “real” de envenenamiento.

¿POR QUÉ SIEMPRE PAGAMOS LOS CAZADORES?

Siempre que existe un episodio de envenenamiento, la Administración, bajo el paraguas de “medida cautelar”, procede a la suspensión de la actividad cinegética en el acotado en el que aparecen los cadáveres o los cebos presuntamente envenenados. Lo hace escudándose en que se trata de una medida de “policía” para la recuperación del entorno y la mejora de la cadena trófica.

De esta manera, se saltan por completo la presunción de inocencia, uno de los pilares que sostienen nuestro Estado de Derecho. Lo cierto es que la responsabilidad del titular del coto en estos casos es cuasiobjetiva y la suspensión de la actividad cinegética es suspendida automáticamente, aunque no exista indicio o prueba alguna de esta responsabilidad.

Ello conlleva daños de imposible reparación al propio titular y a los cazadores, a los que se les priva de practicar su afición favorita durante años. Incluso, en algunos casos en los que un municipio depende económicamente de la actividad cinegética, esta suspensión se traduce en su decadencia.

Sin embargo, como nos apuntaron los propios agentes medioambientales, en muchísimos casos, estos episodios de envenenamiento nada tienen que ver con la caza. Pastores, viandantes tarados, agricultores, personas que tienen rencillas con los cazadores (por el motivo que sea)… habitualmente son protagonistas de estos desgraciados sucesos.

No obstante, somos los cazadores los que continuamos siendo los “paganinis” de la Administración, que no se quiere dar cuenta de que los mayores perjudicados de estos supuestos de envenenamiento somos nosotros.

Incluso los cazadores son quienes dan la voz de alarma cuando sufren el devastador efecto del veneno, que se lleva a lo que más quieren: sus fieles compañeros, los perros.

PASAMOS A LA ACCIÓN 

En primer lugar, como ya se ha apuntado con anterioridad, el coordinador provincial de Agentes Medioambientales de Albacete, Francisco Serrano, activa el protocolo de actuación tras la aparición de animales muertos presuntamente por envenenamiento. Es entonces cuando se requiere la actuación de la Unidad Canina, que se desplaza urgentemente hasta el lugar de los hechos.

Allí puede actuar en apoyo de otros agentes medioambientales o del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil. El objetivo primordial es encontrar, además de animales fallecidos por envenenamiento, los cebos envenenados, que son de lo más variado: salchichas, pollo, especies cinegéticas… e incluso otros alimentos como ¡trozos de tortilla!

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Búho real presuntamente envenenado.

Sí, como leen, en uno de estos episodios en la provincia de Toledo la Unidad Canina encontró restos de tortilla envenenada con Aldicarb a las orillas de un parque fluvial. Una vez en el lugar de los hechos, se lleva a cabo una exhaustiva batida con los perros con el objetivo de localizar cadáveres de especies supuestamente envenenadas. Milanos, buitres, búhos, zorros, garduñas… suelen ser los primeros animales que fallecen por la acción del veneno.

Aunque las especies domésticas tampoco se libran de esta barbarie. En muchísimas ocasiones son los perros de los propios cazadores o de los pastores los que sufren en sus propias carnes el devastador efecto del veneno.

Precisamente, dentro del proyecto Life+ VENENO, cuyos beneficiaros son SEO/BirdLife, el Fondo para la Conservación del Buitre Negro y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, y en el que participa activamente la revista TROFEO, se ha habilitado un número de teléfono (900 713 182) para que cualquier persona que detecte algún cebo envenenado, alguna especie fallecida con síntomas de envenenamiento o cuyos perros sean víctimas del veneno alerte sobre ello y se actúe lo más rápido posible.

Sobre todo, la Unidad Canina rastrea más exhaustivamente las zonas “calientes”: caminos, lindes de los acotados… “Cada vez es más complicado encontrar los cebos envenados. Y es que las personas que los colocan cada vez se especializa más”, nos cuenta Francisco Serrano.

¿EN QUÉ CONSISTE EL PROYECTO LIFE + VENENO?

Su objetivo es lograr una reducción significativa del uso ilegal de veneno en España. Para ello, se han fijado las siguientes metas:

– Conseguir que las administraciones competentes en la materia dispongan de las herramientas legales para la prevención y persecución de los casos de veneno.

– Lograr sanciones ejemplarizantes en casos de envenenamiento, que sirvan como disuasión para los posibles envenenadores.

– Mejorar  la vigilancia y detección de los casos de envenenamiento.

– Demostrar que existen otras soluciones a los problemas que provocan que se siga utilizando veneno y lograr una amplia difusión de las mismas.

– Lograr una amplia difusión del problema en la sociedad en general y sensibilizar, en especial, a los sectores implicados en el mismo.

IMPORTANTÍSIMO, EL PRECINTADO

Así, según se van encontrando los cebos presuntamente envenenados o los restos de animales supuestamente fallecidos por el efecto del veneno, se van marcando con un pequeño tarjetón numerado, para que los agentes medioambientales o el SEPRONA recojan las muestras. “Busca, Brisa, busca bonita”, le jalea Marco Antonio Tomás a una preciosa perra de raza braco que es una de las más veteranas del equipo.

Con el hocico pegado al suelo y el rabo moviéndose como un ventilador, Brisa rastrea cada recoveco del bosquecillo donde se está desarrollando el simulacro. De repente, pum, se queda paralizada levantando una de sus patas delanteras. La escena nos recuerda a una muestra eléctrica a una perdiz. Pero… ¿qué le pasa? Tras unos segundos olisqueando, decide pasar de largo.

perros de caza contra el veneno gato

Brisa localiza el cadáver de un gato montés envenenado.

¿Ves? Ya ha detectado que el aguilucho no tiene veneno”, nos explica Mariano. Brisa continúa buscando incesantemente hasta que, de repente, vuelve a quedarse paralizada, esta vez ante el cadáver de un gato montés que, escondido tras unas matas, yace en el suelo.

Un par de vueltas alrededor de él y… esta vez se sienta mirando fijamente a su guía. “Ya lo ha encontrado. Se sienta para indicarnos que esos restos sí están envenenados”, señala Mariano.

Muy bien, Brisa, fenomenal”, le dice Mariano a la braca mientras la premia.

En ese momento entran en acción los agentes medioambientales, los encargados del levantamiento, recogida y remisión de los cebos y cadáveres supuestamente envenenados.

Una vez marcados y numerados, se recogen las muestras con la ayuda de una paleta. Los agentes medioambientales o el personal del SEPRONA deben ser muy cuidadosos en su recogida para no contaminar las que serán las pruebas determinantes en el procedimiento administrativo o en el proceso penal, por lo que usan guantes para su manipulación.

También realizan fotografías que se adjuntarán al expediente y que probarán la ubicación y el estado de los restos, que son introducidos en bolsas o botes que son precintados.

En ese mismo momento se levanta un acta en el que se especifica qué se ha encontrado (si cebo o cadáver de alguna especie), a qué especie pertenecen los restos, su ubicación (con las coordenadas exactas), el día, la hora… Y lo que también es muy importante, la identificación de los agentes que los encuentran y que levantan el acta.

En los supuestos en los que los cadáveres hallados se encuentren muy deteriorados, también se recoge una porción de la tierra que se encuentra debajo suya para analizar si contiene veneno. Aquí es vital el precintado de las bolsas y de los botes para que no se rompa la cadena de custodia, pues de no llevarse a cabo correctamente este procedimiento, las pruebas obtenidas podrían no tener validez en un proceso judicial.

En algunos casos, pueden levantarse dos actas, una por parte del SEPRONA y otra de los agentes medioambientales.

¿CÓMO SABEMOS SI NUESTRO PERRO HA SIDO ENVENENADO? 

Perros-contra-el-veneno-perroLos síntomas pueden variar dependiendo en cada caso de la sustancia ingerida, pero existen signos generales que podemos fácilmente identificar, como dolor intenso, vómitos, nauseas, temblores, parálisis y convulsiones, presentar delirio, sangrado de repente por la boca, colapso o inconsciencia, problemas respiratorios… ¿Y qué debemos hacer si sorprendemos a nuestro perro ingiriendo veneno?

Pues, en primer lugar, ubicar la sustancia ingerida e identificar los componentes en el envase (mientras más rápido se sepa que fue lo que se ingirió, más rápido se podrán tomar las medidas de auxilio). Después, llamaremos de inmediato al veterinario por si debemos aplicar alguna medida de primeros auxilios, como inducir el vómito, darle de beber algo…

Es importante recalcar que cualquiera de estas medidas varían mucho dependiendo del tóxico ingerido, por lo que no se pueden aplicar si se desconoce la causa del envenenamiento. En algunos casos, el vómito retardaría la absorción, en otros podría causarle la muerte.

Así pues, deberemos trasladarlo rápidamente al veterinario, junto con una muestra del tóxico y el envase del mismo.

DEL CAMPO AL LABORATORIO

El trabajo de campo de la Unidad Canina concluye cuando los perros dejan de encontrar cebos o cadáveres supuestamente envenenados. En la mayoría de los casos, suele durar muchísimo, e incluso puede cesar temporalmente para reiniciarse después si aparecen nuevos episodios.

Todas las muestras obtenidas se remiten a los veterinarios del centro, que se encargan de analizarlas. Para ello extraen el contenido estomacal para comprobar si en él se encuentra algún tipo de veneno.

Además de la sintomatología externa (engarrotamiento de las patas…), la presencia del veneno suele ser evidente nada más analizar visualmente lo que contiene el interior del estómago de la especie.

La Unidad Canina de Detección Venenos cuenta con el apoyo de un gran equipo de veterinarios, que se encargan de analizar los restos encontrados

En el caso de Castilla-La Mancha, las muestras obtenidas son analizadas por los veterinarios técnicos Jesús López y María José Guardiola, que llevan a cabo su trabajo en el Centro Provincial de Educación Ambiental y el Centro de Recuperación de Fauna de Albacete. Allí llevan a cabo un análisis forense y emiten un informe definitivo, con los supuestos positivos y negativos, que es enviado a los Servicios Jurídicos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

María José nos cuenta que es muy importante ser cuidadosos con el desprecintado de las muestras para no romper la cadena de custodia, por lo que siempre se toman fotografías antes de llevar a cabo este procedimiento.

Cada muestra analizada se divide en tres “partes”. Una es la que se analizará en el laboratorio y las otras dos quedan en custodia de los veterinarios por si son requeridas en un proceso judicial por la parte demandada o denunciada para su análisis en un laboratorio oficial o por si el juez solicita un nuevo análisis (es lo que se conoce como prueba dirimente).

Por su parte, una vez que dejan de aparecer cebos o cadáveres envenenados, los agentes medioambientales también emiten un informe en el que se lleva a cabo un relato de los episodios aparecidos, declaraciones de los testigos, muestras recogidas… También se incluye un plano del lugar de los hechos en el que se marcan los cebos y los cadáveres recogidos.

Este informe también es remetido a los Servicios Jurídicos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que lo utilizarán en caso de iniciar un procedimiento sancionador, o al juez que lo solicite en el marco de un proceso penal.

ALICARB: EL DESGRACIADO PROTAGONISTA DE LA MAYORÍA DE LOS ENVENAMIENTOS

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Necropsia de una de las especies envenenadas. Se aprecian perfectamente las bolitas de Aldicarb

El Aldicarb es el principio activo de un producto químico de uso fitosanitario empleado y comercializado en España en los últimos 25 años como desinfectante de suelos, en horticultura y en otros cultivos, como la remolacha, la cebolla, la patata, los cítricos o la vid.

El compuesto tiene propiedades insecticidas, plaguicidas y pesticidas. Se ha comercializado con el nombre de Temik en forma de granulado que contiene un 10% en peso del ingrediente activo.

El Consejo de las Comunidades Europeas dictó el 18 de marzo de 2003 una decisión que acordaba la retirada de las autorizaciones de los productos fitosanitarios que contenían Aldicarb.

Hubo prórrogas para la eliminación, almacenamiento, comercialización y utilización de las existencias actuales de productos fitosanitarios con Aldicarb. Pero no hubo retirada de los stock en manos de los particulares, lo que hace que estos venenos sigan disponibles para su uso como tóxico contra la fauna.

Texto: Jaime Valladolid

Fotos: Rafa Martín

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