A través de este modelo de gestión, la Junta de Castilla y León garantiza la sostenibilidad en la gestión de sus recursos cinegéticos, pues la participación es una de las señas de identidad de esta iniciativa.
Se mantiene el peso de la gestión técnica en la Junta de Castilla y León, con el objetivo de “dar estabilidad a estas zonas e impulsar los servicios cinegéticos” -según señalan desde la propia Junta-, mientras que los propietarios y municipios asumen plenamente la adjudicación de los aprovechamientos de caza.
Una de las grandes bazas de la Red de Reservas de Caza de Castilla y León es contribuir a posicionar estos espacios -más aún si cabe- como referencia de caza de calidad: los mejores entornos para cazar, los mejores terrenos cinegéticos abiertos, la caza en total libertad, la mejor atención al cazador… Todo un “modelo de excelencia”.
¿En qué aspectos pretende incidir este modelo de gestión sostenible de la caza? Económicamente hay tres puntos claves a destacar: los propietarios de los recursos incrementan los ingresos provenientes de la actividad cinegética. A su vez, estos propietarios contribuyen a los gastos de funcionamiento a través del fondo de gestión y, finalmente, se posibilita la creación de nuevas fórmulas para generar ingreso y empleo local (turismo de naturaleza, carne de caza, etc).
Por otro lado, en el aspecto social, este modelo permite mayor participación de los propietarios en la gestión, especialmente en las decisiones económicas. Los propietarios, en este caso los ayuntamientos u otras entidades locales, siguen teniendo en su mano la posibilidad de facilitar el acceso a los cazadores vecinos, si así lo estiman oportuno.
Finalmente, en lo que se refiere a los beneficios ambientales que se fomentan con la implantación de esta Red de Reservas Regionales de Caza, teniendo en cuenta que éstas se localizan en territorios que coinciden con Espacios Naturales Protegidos y ello conlleva a que la actividad cinegética se gestione ligada a la conservación de hábitats y especies.