8 Amenazas para la perdiz roja y propuestas para su recuperación

El estado de las poblaciones de perdiz salvaje y su hábitat es un asunto que preocupa especialmente al cazador  y son muchos los artículos que mensualmente hemos dedicado a este tema. El presente es el extracto y conclusiones que su autor saca de los trabajos de un grupo de investigadores del IREC, que enumeramos al final.

Dicho escrito fue enviado por la ONC a las Administraciones competentes para que se tenga en cuenta a la hora de elaborar la Estrategia Nacional de Caza y Pesca, prevista por el MAPAMA y aprobada  en el Congreso de los Diputados.

Velar por un hábitat sano y adecuado para la perdiz es na responsabilidad constitucional de la Administraciónun

Por expresa solicitud del entonces presidente de la ONC, Juan Antonio Sarasqueta, y de todos sus miembros, el autor redactó un documento recopilatorio, epilogado con amplia bibliografía proporcionada por el director del IREC, Rafael Mateo Soria –sin cuya colaboración habría sido imposible su redacción–, sobre las acciones que el Ministerio, en particular, y las Administraciones competentes, en general, debían llevar a cabo para proteger a la perdiz roja silvestre y otras aves granívoras de los peligros, en forma de pesticidas, fitosanitarios y otros usos agrícolas, que las acechaban.

Estas son las líneas generales de estas recomendaciones.

En el artículo 45 del capítulo tercero, «De los principios rectores de la política social y económica», de la CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA se dice lo siguiente:

1. Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.

2. Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.

3. Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije, se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado.

La Oficina Nacional de la Caza, Conservación y Desarrollo Rural (ONC), la RFEC, todas las entidades interesadas y los amantes del campo tenemos ante nosotros el deber de exigir dentro de la Estrategia Nacional Cinegética, cuyo desarrollo está previsto por el MAPAMA en la Ley de Montes, que se racionalice el uso de fitosanitarios en base a un control integrado de las plagas y no de forma profiláctica como hasta el momento se realiza. Como algunos afirman de manera trágica:

«Que se frene el envenenamiento del campo».

Dicha exigencia viene dada por numerosos motivos, entre los que destaca el demostrado perjuicio que dicho uso de plaguicidas y la gestión agrícola intensiva causan en las poblaciones de especies del citado medio, en especial a la perdiz roja –parafraseando a Félix Rodríguez de la Fuente,

«ave singular y emblemática de nuestra geografía que parece condenada a la desaparición por el deficiente uso de la agricultura intensiva en algunas siembras de nuestra geografía»

amenazas-y-recuperacion-perdices-perdizSin olvidar los perjuicios a todas las aves granívoras, esteparias y pseudoesteparias en general.

No quisiera olvidar tampoco el alarmante y descontrolado aumento de los predadores.

Conviene poner de relieve que, a los efectos de «buenas prácticas», España es el país europeo que más pesticidas utiliza de los 28 de la UE. La pregunta que nos hacemos es:

¿Es dicho extremo medioambientalmente sostenible para nuestra diversidad?

A nadie se le escapa el impulso, desde la UE, de políticas que, con la ayuda del MAPAMA, han transformado la tradicional agricultura extensiva en intensiva, provocando que los agricultores vengan utilizando en los últimos tiempos una gran cantidad de productos fitosanitarios con el fin de hacer más rentable su actividad, abandonando las zonas menos rentables.

En este punto debemos poner de manifiesto que no hay ningún reproche a nuestros esforzados agricultores, quienes legítimamente optimizan sus recursos; ni a la industria química del campo, cada vez más comprometida; ni a quienes con sus productos ayudan a la productividad.

No obstante, nos encontramos ante la paradoja de la autorización, por parte del Reino de España, de productos fitosanitarios, sin que a la vez se ofrezcan, o se incentiven, alternativas menos agresivas.

Además no se desarrollan estrategias adecuadas de control de plagas, dejándose en manos de los agricultores el uso de productos que, sin duda, terminan teniendo un impacto en el medio ambiente.

Sin perjuicio de que dichos productos están autorizados y sometidos a los controles administrativos pertinentes. Son las Administraciones, no los agricultores, por lo tanto, las responsables de proponer y facilitar alternativas a los segundos.

Según cifras oficiales públicas, el Reino de España es el país que utiliza más plaguicidas entre los 28 países pertenecientes a la Unión Europea, con 71.000 Tm aproximadamente, lo que supone un 20 % del total utilizado en Europa.

España es líder precisamente en el uso de insecticidas (los más letales de los productos químicos venenosos), triplicando a los dos siguientes países, Francia e Italia…

Ni que decir tiene que los insecticidas envenenan a los insectos plaga, pero también a otros beneficiosos, y pueden afectar de manera directa e indirecta al resto de fauna asociada a los espacios agrícolas, en especial a la que depende de una dieta basada en los propios insectos.

Conviene recordar, en este punto, que el uso de plaguicidas se realiza casi a lo largo de todo el año, como veremos a continuación.

reportajes cotos de caza

No solo las poblaciones de perdiz se han visto afectadas por las nocivas prácticas agrícolas modernas; otras especies de aves granívoras, como las mostradas abajo y otras muchas, también han sufrido las consecuencias.

a) Durante la siembra se emplean semillas blindadas con biocidas que después come la fauna granívora, la cual o bien muere o se debilita.

El declive de todas las especies cinegéticas (y protegidas) que conviven en dicho ambiente es de momento irreversible (en tanto no se tomen medidas de sostenibilidad que todos conocemos y previstas en la PAC).

Irreversible principalmente para la perdiz roja y –insisto–, para muchas aves en general y protegidas en particular.

b) Algunos de los productos (p.e. imidacloprid, tiram y fipronilo) analizados en el estudio «Semillas» llevado a cabo por el IREC –patrocinado en su día por FEDENCA y la ONC entre 2010 y 2013–, del que se dio cumplida cobertura en esta revista, demostraron ser letales o altamente tóxicos para la perdiz roja a las dosis recomendadas en la semilla de siembra.

De hecho, desde diciembre de 2013 la Unión Europea ha prohibido el uso en primavera de tres neonicotinoides (imidacloprid, thiamethoxam y clothianidin) por su toxicidad para los insectos polinizadores, abejas principalmente; y, sin embargo, su uso para el tratamiento del cereal de invierno o para cultivos cosechados antes de la floración sigue estando permitido y, por tanto, el riesgo de exposición para las aves sigue existiendo buena parte del año (López-Antia et al. 2013, 2015a, 2015b, 2015c).

c) Además de la posibilidad de producir intoxicaciones letales a las dosis recomendadas de aplicación en semillas, diversos plaguicidas producen efectos subletales a dichas dosis o incluso más bajas.

A modo de resumen, de los citados estudios en la perdiz roja se puede destacar que el difenoconazol, tiram y fipronilo disminuyeron la tasa de fecundación de los huevos: el tiram redujo el grosor de la cáscara de los huevos que habían sido fecundados, el imidacloprid redujo el tamaño de la puesta y, juntos, el fipronilo, imidacloprid y tiram redujeron la capacidad de respuesta inmune de los pollitos de madres expuestas.

En definitiva, se observan efectos en las perdices que comprometen su éxito reproductor y la supervivencia de sus pollos (López-Antia et al. 2013, 2015a, 2015b, 2015c).

d) Dichos estudios se complementaron con análisis dentro del campo en los que se constató la alta tasa de ingestión de semilla tratada con plaguicidas en las perdices cazadas en otoño, en diversas zonas de España.

En un 32 % de las 189 aves analizadas se pudo detectar algún plaguicida de los usados para el tratamiento de la semilla. Fungicidas como el tebuconazol, que es de los más usados en el tratamiento de la semilla de cereal de invierno, también fueron de los que aparecieron con mayor frecuencia en el tracto digestivo de las perdices rojas cazadas en otoño (López-Antia et al., 2016a).

e) En base a las dosis de plaguicidas recomendadas para el tratamiento de semillas de cereal de invierno y la frecuencia con la que la perdiz consume dichas semillas, se analizó el riesgo de exposición a trece plaguicidas y se observó que tres de ellos, dos insecticidas (fipronil e imidacloprid) y un fungicida (tiram), podían constituir un riesgo de intoxicación aguda para las aves que se alimentasen de semilla de siembra, riesgo que se ampliaría a otros tres fungicidas (oxicloruro de cobre, maneb y tebuconazol) si la exposición fuese más prolongada en el tiempo.

En el periodo en el que se realizó el estudio uno de los insecticidas fue retirado del mercado (fipronil) y otro (imidacloprid) ha visto limitado su uso en primavera por los posibles efectos adversos del grupo de los neonicotiniodes (familia de insecticidas a la que pertenece el imidacloprid) sobre los insectos polinizadores.

Algo vamos avanzando. Los otros siete fungicidas evaluados presentan un buen margen de seguridad y no representarían un riesgo para las aves que se alimentan de estas semillas tratadas (López-Antia et al., 2016a).

f) En el reiterado estudio también se observó que una cantidad considerable de semillas de siembra quedan sin enterrar en la superficie de los campos (11 semillas/m2 en el centro del campo y 43 semillas/m2 en sus extremos), lo que convierte la dosis de ciertos plaguicidas en letal para una perdiz que tan solo se alimente del grano disponible en 6 2.

Por otra parte, la presencia de semillas en la superficie es detectada hasta más de dos semanas después de la siembra, por lo que la exposición en las aves se puede producir de forma repetida a lo largo del tiempo.

Hasta 30 especies de aves han sido observadas comiendo en estos campos recién sembrados, entre las que se encuentran diversos paseriformes como el triguero, la cogujada común, el gorrión moruno y la alondra común, algunos de ellos con tendencias poblacionales negativas en Europa (López-Antia et al., 2016a).

g) No he encontrado evidencias bibliográficas sobre el impacto de la agricultura ecológica en la avifauna ligada a ella.

h) Por ultimo, debo destacar que el problema ante el que nos enfrentamos de pérdida de biodiversidad en ambientes agrícolas es complejo y no solo se achaca a la toxicidad de los fitosanitarios.

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Por ejemplo, entre los años ochenta y la actualidad la dieta de la perdiz ha experimentado cambios importantes, con una disminución del consumo de semillas de plantas silvestres en otoño (del 47 % en 1981 al 14 % en 2014), probablemente debido a que la intensificación agrícola reduce la disponibilidad de esa fuente de alimento.

Tampoco olvidemos que los tratamientos con herbicidas, no solo de las zonas cultivadas sino también de los barbechos y las lindes, pueden reducir drásticamente la disponibilidad de alimento para las aves de medios agrícolas (López-Antia et al., 2011).

Por lo tanto, las medidas encaminadas a ofrecer hábitats alternativos (lindes, márgenes sin tratar o cultivar, barbechos libres de plaguicidas, etc.) en los cuales las aves puedan encontrar alimento deberían ser una prioridad en la política agraria común si se quiere revertir la tendencia negativa que afecta a las aves silvestres, incluidas algunas de interés económico por ser especies cinegéticas (perdiz, tórtola y codorniz).

Por todo ello, los cazadores nos debemos poner al servicio del MAPAMA, de la mano de los agricultores y la industria química del campo, para que entre todos intentemos recuperar la fauna de los sistemas agrícolas que ha entrado en un preocupante declive en las últimas décadas.

Una de las iniciativas que no nos debemos cansar de demandar, con la máxima urgencia, es que se ejecuten, desde el MAPAMA, como ya ocurre en países de nuestro entorno (ej. Inglaterra), compensaciones, dentro de la PAC, y modelos agrícolas que ayuden salvar a la perdiz roja y otra fauna asociada al medio agrícola.

Estos modelos agrícolas deben aplicar y potenciar las prácticas agroambientales sostenibles compatibles con la biología reproductiva de la fauna silvestre y que contribuyan a mantener un paisaje que favorezca su presencia.

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Perchas para recordar. En la foto, perchas de seis u ocho perdices salvajes entre un par de cazadores, hace no muchos años, eran comunes. Hoy podría decirse que son un lujo, incluso una utopía.

Resulta una inaplazable necesidad hoy en día implantar sobre el territorio un sistema de buenas prácticas agrícolas orientadas a incrementar la biodiversidad.

Para ello se debería apostar por el control integrado de las plagas, reduciendo el uso innecesario de plaguicidas y buscando la forma de minimizar su impacto, como por ejemplo usando aquellos productos menos nocivos para la fauna cinegética o mejorando el hábitat libre de plaguicidas mediante la creación de bandas multifuncionales, linderos, islas…

En definitiva, mosaicos vegetales que aporten más diversidad de recursos para la perdiz roja y otras especies y eviten las alteraciones y pérdidas bruscas del hábitat por los usos agrarios.

El uso de semillas tratadas con plaguicidas debería ser revisado, sin perjuicio para los agricultores ni la industria química del campo, en tanto existen alternativas para reducir el riesgo de efectos tóxicos en función de la información disponible.

De tal suerte, acaso urge mejorar los sistemas de siembra para que las perdices no puedan ingerir semillas tratadas con plaguicidas.

Actualmente, según el IREC, un alto porcentaje de las perdices cazadas muestran plaguicidas en sus buches y mollejas porque no tienen comida en otoño que no sea la semilla de siembra que porta los reiterados plaguicidas.

Resulta evidente que los sistemas agroganaderos son determinantes para el equilibrio de la biodiversidad. No descubro nada al afirmar que la perdiz pardilla (Perdix perdix) desapareció de nuestras sierras al finalizar la agricultura y ganadería de montaña debido a la desaparición del alimento en los hábitats ocupados.

La perdiz roja silvestre (Alectoris rufa) camina inexorable hacia la desaparición, entre otros motivos por la intensidad de las actividades agrícolas con sus aplicaciones fitosanitarias, sin alternativas medioambientalmente sostenibles para su supervivencia.

La calidad del medio agrícola es determinante para el estado poblacional no solo de nuestras perdices, sino de todas la avifauna asociada a dicho medio.

Los cazadores somos parte de la naturaleza. Si la actividad agrícola demanda más dinero para subsistir o acaso otra dirección que también sea eficiente, la biodiversidad requiere una gestión sostenible.

La caza es una actividad que aprovecha la naturaleza generando una ganancia de la que también se ven beneficiados los propietarios del terreno cinegético, quienes, con carácter general, son los agricultores.

Óscar Beltrán

Abogado. Secretario general de la Plataforma en Defensa del Silvestrismo y las Cazas Tradicionales y ex director gerente de la ONC

REFERENCIAS

López-Antia; A., Feliú, J.; Camarero, P.R.; Ortiz-Santaliestra, M.E.; Mateo, R. (2016): «Risk assessment of pesticide seed treatment for farmland birds using refined field data». Journal of Applied Ecology (en prensa); http://dx.doi.org/10.1111/1365-2664.12668.

López-Antia, A., Ortiz-Santaliestra, M.E., Mateo, R. 2011. «Impacto de la intensificación agrícola y el uso de agroquímicos en la conservación de la fauna silvestre». En: Agricultura Ecológica de Secano. Meco Murillo, R., Lacasta Dutoit, C., Moreno Valencia, M.M. (Coord.), pp 357-376. Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Sociedad Española de Agricultura Ecológica, Ediciones Mundi-Prensa. Madrid.

López-Antia, A. Ortiz-Santaliestra, M.E. Mougeot, F., Mateo, R. 2013. «Experimental exposure of red-legged partridges (Alectoris rufa) to seeds coated with imidacloprid, thiram and difenoconazole». Ecotoxicology 22:125-118.

López-Antia, A., Ortiz-Santaliestra, M.E., Mateo, R. 2014. «Experimental approaches to test pesticide-treated seed avoidance by birds under a simulated diversification of food sources». Science of the Total Environment 496: 179–187.

López-Antia, A., Ortiz-Santaliestra, M.E., Camarero, P.R., Mougeot, F., Mateo, R. 2015a. «Assessing the risk of fipronil-treated seed ingestion and associated adverse effects in the red-legged partridge». Environmental Science and Technology 49: 13649-13657.

López-Antia, A., Ortiz-Santaliestra, M.E., García-de Blas, E., Camarero, P.R., Mougeot, F., Mateo, R. 2015b. «Adverse effects of thiram treated seed ingestion on the reproductive performance and the offspring immune function of the red-legged partridge». Environmental Toxicology and Chemistry 34:1320-1329.

López-Antia, A., Ortiz-Santaliestra, M.E., Mougeot, F., Mateo, R. 2015c. «Imidacloprid-treated seed ingestion has lethal effect on adult partridges and reduces both breeding investment and offspring immunity». Environmental Research 136: 97–107.

López Antia, A., Feliú, J., Camarero, P.R., Ortiz-Santaliestra, M.E., Mateo, R. 2016a. «Risk assessment of pesticide seed treatment for farmland birds using refined field data». Journal of Applied Ecology 53: 1373–1381.

López-Antia, A., Feliú, J., Camarero, P.R., Ortiz-Santaliestra, M.E., Mateo, R. 2016b. «Proyecto Semillas. Efecto de los plaguicidas agrícolas en la perdiz roja». Trofeo 555:74-81. 2016.

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