Armadas que ni sintieron la caza en la montería de Avellaneda

La peña viajaba a Toledo, Espinoso del Rey, a las 7:15 estaban los monteros en el pueblo toledano para dar cuenta de unas ricas migas. La mañana era ya calurosa, el tiempo no nos iba a ayudar como al final sucedió.

Las rehalas soltaron temprano, pero dada la extensión de la finca y lo escarpada de la misma, pronto los perros con las primeras carreras estaban alrededor de los perreros. La mancha estaba muy tomada, se veían las veredas mucha pista de cervuno.

Los puestos de las cuerdas se quejaban de que no llegaban los canes; sí llegaban a los casi 1.000 metros de altura de éstas, pero conforme llegaban, salían los valientes con alguna res hacia abajo … y vuelta a empezar. Reses que se acostaban a la vista de los monteros, que no rompían a los cortaderos, un día en el que nada acompañaba.

El resultado 25 reses (8 venados). Los guarros se tiraron y se vieron, pero los monteros no estuvieron finos. Fueron las cuerdas las que tiraron y hubo armadas que ni sintieron la caza.

La lluvia es muy necesaria para el desarrollo de esta práctica cinegética, algunos pensamos que los calendarios de vedas debiesen ser flexibles y adaptarse al nuevo clima, sino para siempre, sí para la temporada según como se presentase esta.

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