El lobo de Espinosa de los Monteros

No, no se trata aquí de que el portavoz de Vox en el Congreso tenga un Canis lupus en su casa. Ni de insultarle porque se comporte mal (o bien) con sus compañeros del Parlamento. El artículo de hoy trata, entre otras cosas, sobre el ataque sufrido por unas ovejas en el centro del rústico pueblo burgalés que se llama como el político. Un lobo ha sido capaz de saltar una pared de piedra de tres metros de altura, matar un cordero y llevárselo a sus cachorros. Y no en un tenao a las afueras de Espinosa, sino en el mismo centro.  Y encima lo han podido grabar en video.

No creo que haya ni un solo lector de Trofeo que esté por la desaparición de este precioso y carismático animal. Ni uno solo. Pero el ecologismo radical intenta hacer creer a la sociedad que los cazadores quieren matar a todos los lobos para que no quede ni uno. Y que es necesario que el lobo habite por toda la península para proteger a la especie. Una mentira repetida mil veces… Me hago una pregunta: ¿Es de verdad necesario que la población de lobo aumente exponencialmente y se distribuya incluso por zonas semiurbanas?

Pienso que en general, en España, la gente está concienciada sobre el daño que supone para el ecosistema que una especie se extinga. Pocas objeciones veo entre mis vecinos de Pozuelo del Rey o del barrio de Los Jerónimos en Madrid, con los que hablo a diario, a que se cuiden los nidos de imperiales o que se respeten las áreas de campeo del lince ibérico. Nadie protestaría si la Cerceta pardilla cuadruplica su población en unos lustros y se convierte en habitual en nuestros humedales. Pero hay que hacer una matización importante; determinados animales que han estado a punto de desaparecer en nuestro país han sido masacrados simplemente porque suponían un posible peligro para los pobladores de ciertas zonas o para su ganado. Es el caso del lobo y el oso. Y muchos creemos que esas especies no pueden aumentar sus poblaciones de manera incontrolada, sino queremos vernos abocados a un accidente que daría al traste con el gran esfuerzo de concienciación realizado a partir de las enseñanzas de Félix allá por los años 70.

Últimamente noticias como las de Espinosa de los Monteros son más y más frecuentes en los medios de comunicación. El otro día, un vecino del gallego pueblo de Castroladín se encontró y grabó a otro macho de lobo adulto, enfermo, que decidió recostarse en la pared de una casita de piedra esperando un final que no llegó. Las autoridades recogieron al pobre animal y lo llevaron a un centro de recuperación.

Y no digamos con el oso. A finales de mayo, un ejemplar ataco a una señora de 75 años en Sonande, cerca de Cangas de Narcea. La “probe” señora paseaba después de cenar con unos parientes y el plantígrado casi le destroza la cara, además de romperle la cadera. Al parecer era un macho en celo, lo que aumenta su agresividad.

Si la cosa sigue así, el trabajo de varias organizaciones conservacionistas se puede ver truncado, e incluso hacer que la opinión publica cambie de nuevo de parecer y volvamos al punto de partida. Los osos rumanos de Transilvania nos pueden orientar sobre lo que pasaría si el oso deja de estar circunscrito a ciertas áreas protegidas y se convierte en un peligro social.

La caza del oso de Los Cárpatos fue prohibida en 2016. Desde entonces, su población se ha multiplicado, alcanzando los 8.000 ejemplares. Muchos científicos opinan que más de 5.000 osos en Rumanía pueden suponen un problema serio. Y de hecho, ya lo está siendo.

En 2019, los osos mataron a ocho (¡ocho!) personas e hirieron a muchas más. El Ministro del Medio Ambiente ha propuesto que se vuelvan a cazar; menos peligro y más ingresos para la población de la zona. Greenpeace y otros muchos grupos ecologistas quieren impedirlo a toda costa, y proponen como alternativa llevarse a los osos peligrosos a otras zonas menos pobladas. Como si no hubiera suficientes. Y si no, como último recurso, que se sacrifiquen los más sanguinarios a través de la guardería forestal, que cobran, claro está, de los impuestos.

Como es lógico, los que viven allí están que trinan, y el furtiveo ha vuelto de manera brutal este año, con los consiguientes venenos, lazos, etc., etc.

¿Hacen falta 8.000 osos rumanos? ¿No será más lógico que haya una población suficiente para mantener a la especie, pero sin jorobar a los Carpatianos? ¿Cómo explicar a las familias de los ocho muertos cada año por el ataque de un oso que han sacrificado su vida por una especie que empieza a ser una plaga? ¿Cómo hacerles ver que la caza del oso es mala, si antes de su prohibición tenían más dinero y menos problemas? ¿Pueden los intereses de diversos lobbies y grupos de presión descapitalizar lo conseguido hasta ahora por el propio beneficio de ellos mismos?

Cuidemos a los osos y a los lobos, son imprescindibles en una España que cuida su naturaleza. Pero con mesura, y por el bien de todos, no de unos pocos.