Nuestros perros de caza, sean de la raza que sean, tarde o temprano tienen que entrar en contacto con algún niño. Pero, curiosamente, para un perro un niño no es una persona pequeña y tampoco los niños ven a los canes como lo hacemos los adultos. Por ello, para conseguir una buena convivencia entre ambos es necesario saber y entender sus puntos de vista.
Como indicaba, para un perro un niño no es una persona pequeña, es otra cosa. Otra cosa a la que debe acostumbrarse entender. Un niño no se acerca a un perro de la misma manera que lo hacemos los adultos. Son mucho más bruscos no siguen nuestras reglas de conducta no verbal (gestos ademanes).
También les manipulan manejan con cierta tiranía, les meten los dedos en los ojos, les tiran de las orejas o de los labios, los apretujan o cogen de manera incorrecta… todo ello, a los perros que no están acostumbrados, les desconcierta y asusta.
Por ello hay perros que tienen un buen comportamiento con personas adultas pero rehúyen de los niños e incluso se vuelven violentos contra ellos. Eso tiene una fácil solución se debe preveer cuando el perro es un cachorro.
Durante la etapa de sociabilización, que va de los 20 a los 90 días de vida del cachorro, de la que hemos hablado numerosas veces en esta sección, es muy importante que el perro entre en contacto con los niños. Si tenemos niños en casa, el tema está solucionado; basta con que pasen tiempo jugando juntos (de lo que disfrutan tanto los cachorros como los niños).
Si no hay niños, hay que buscarlos. Cuando tengo una camada, invito a vecinos y amigos que tienen niños a casa a pasar la tarde con nosotros. Para ellos suele ser un placer poder ver jugar con los cachorritos para mí hacen una labor muy importante de cara al carácter de los futuros perros.
¿CÓMO VEN LOS NIÑOS A LOS PERROS?
Para las personas que trabajamos con perros, especialmente los veterinarios que sabemos de etología (estudio de la conducta), entender cómo los perros ven a los niños es fácil entra dentro de la rutina de nuestro trabajo. Pero pocas veces nos paramos a pensar lo contrario. ¿Cómo ven los niños a los perros?
Nuestra mente es mucho más compleja que la de los perros, durante su maduración pasa por diferentes etapas, por lo que los niños ven a los perros de diferente forma según su edad.
Así, los niños de corta edad (entre 0 y 3 años) tienen una fuerte relación con el mundo que les rodea a través del tacto, y ante un animal que se mueve y además tiene pelo (estamos programados para que el pelo sea muy agradable al tacto) intentarán acariciarlo y tocarlo.
Pero a esta edad, un niño no entiende que un perro siente dolor lo trata como un juguete más, por lo que puede hacerle daño, sobre todo en los ojos y orejas.
Entre los 3-7 años la visión del mundo de los niños es muy egocéntrica creen que tienen derecho a todo lo que les rodea. Por ello tocan todo, incluso rompen cosas para investigar cómo son. Pero también son muy perceptivos van adoptando los modelos de comportamiento que ven en su entorno.
Es el momento de enseñar a un niño a relacionarse con los perros y a manejarlos. De hecho lo aprenderán tan solo con vernos a nosotros hacerlo, en base a imitar nuestra conducta. A esta edad, los niños pequeños ven a los perros como compañeros de juegos, mientras que los más mayores valoran más la amistad con su compañero canino.
A partir de los 7 años entienden que los perros son animales, con una conducta diferente a la de las personas, y que tienen capacidad de sentir y padecer. A estas edades el niño no solo ve al perro como algo con que jugar, sino que le considera como un amigo.
Habla con él y le explica sus problemas, lo convierte en un confidente, alguien que escucha sin juzgar y capaz de guardar sus secretos. El apoyo y el afecto que el niño encuentra en su perro le ayudará a madurar y a reforzar la confianza en sí mismo.
LA LLEGADA DE UN RECIÉN NACIDO
Si conocemos cómo un niño ve a un perro, según las edades, y adquirimos un cachorro, podemos saber cómo manejar la situación y lo que podemos permitir hacer y no hacer al niño.
Pero si el que llega es el niño y tenemos un perro adulto en casa, especialmente si no ha estado con niños antes, el tema cambia y hay que tener en cuenta varios puntos.
El primero de ellos es el carácter de perro. La mayoría de los dueños conocen bastante bien a sus perros e intuyen sus reacciones en determinadas circunstancias. Seguro que han tenido contacto con niños previamente y saben cómo pueden responder. Si el perro ha presentado conatos de agresividad con los niños previamente, hay que tener cuidado.
El segundo punto es importante, y consiste en no relegar al perro con la llegada del niño, ya que nos podría crear una situación de celos. Al perro le debemos dedicar, al menos, el mismo tiempo y atenciones que cuando no estaba el niño. No solo eso, sino que ahora, que salimos con el niño a pasear y al parque, él disfruta de más salidas. El nuevo niño le beneficia.
Cuando llegue el niño a casa (físicamente) hay que actuar con normalidad. Para el perro también es algo nuevo que quiere conocer y acercarse a olerlo. Deje que lo haga y procure que esté todo el tiempo que el perro desee junto al niño, aunque siempre con las medidas oportunas para que no pueda hacer daño al recién nacido. Lo integrará como uno más de la familia.
LA TRANSMISIÓN DE ENFERMEDADES
Niños y perros que conviven y juegan juntos, por mucho que los padres quieran evitarlo, se tocan, se abrazan, se chupan e incluso, a veces, comparten la comida.
Esto, que por temas de higiene a muchos progenitores les puede horrorizar, bueno… no es tan malo como puede parecer, es más, puede ser beneficioso. Se han realizado estudios en los que se ha visto que niños que viven en el campo, rodeados de ganado, con estiércol, insectos y cierto grado de “suciedad” eran más sanos que los niños que vivían en la ciudad en mejores condiciones de asepsia. Esto sugiere que tiene que ver con la estimulación de nuestro sistema inmunitario.
Los niños que conviven con animales y “comparten” con ellos bacterias y gérmenes tienen un sistema inmunitario más eficiente. Esto, por supuesto, no significa que no tengamos que cuidar a nuestro perro desde el punto de vista sanitario, todo lo contrario. Un perro que convive con niños debe estar vacunado, desparasitado (externa e internamente) y debe alimentarse con comida sana, principalmente pienso.
Además, es un buen motivo para educarles hábitos saludables de higiene, como lavarse las manos después de jugar con el perro y siempre antes de comer. Cuidando estos puntos, se debe dejar que niños y perros disfruten juntos.
El juego y la amistad son dos de las cosas buenas de la vida, aunque sean entre un perro y un niño.
Juan José García Estévez
Veterinario