Displasia de cadera, otitis, lesiones en el carpo… son algunas de las patologías más frecuentes que suele padecer este astuto y vivaz cazador. Nuestro veterinario nos cuenta cómo prevenirlas, diagnosticarlas y tratarlas.
Donde vivo, en Navarra, como en el resto del norte de España, el setter inglés es una de las razas de caza menor más populares. Por ello, en mi consulta he visto y atendido a un buen número de ellos, lo que me ha permitido contar con una gran experiencia sobre las enfermedades que les afectan.
Como en razas anteriores que hemos tratado, empezaré diciendo que los setters ingleses son especialmente sanos y vitales. Por norma general, son perros que padecen pocas enfermedades y muy longevos.
Displasia de cadera
No es muy frecuente, pero de vez en cuando aparece algún ejemplar con este problema. Todos los que he tratado con esta enfermedad tenían un grado muy avanzado que no les permitía una movilidad normal y les impedía cazar.
Debemos recordar brevemente que la displasia de cadera es una enfermedad genética en la que intervienen varios genes que provienen de ambos progenitores.
Esto supone que en una camada puedan aparecer uno o varios ejemplares afectados y el resto sanos. También puede ocurrir que en una línea genética únicamente aparezca la enfermedad muy de vez en cuando y afecte a pocos ejemplares.
Todo ello provoca que sea muy difícil erradicarla de manera definitiva de una población. Afecta a los ligamentos que sujetan a la articulación del fémur con la cadera, volviéndolos más laxos.
Esto hace que esta articulación tenga holgura y que los huesos, en lugar de moverse con suavidad, se “golpeen” y terminen dañándose, apareciendo así síntomas de artrosis de manera prematura.
En la actualidad, no existe un tratamiento realmente eficiente para un perro de caza y para el tipo de vida al que va a estar sujeto, con un mayor desgaste articular. Por ello, en esta raza todos los esfuerzos se deben orientar a la erradicación de la enfermedad en base a una buena selección genética.
LESIONES EN EL CARPO
También he atendido varios casos con un curioso problema de carpo (nuestra articulación de la muñeca).
Los perros venían a la clínica con un proceso inflamatorio de esta articulación. En la mayoría de las ocasiones era bilateral, manifestando una ostensible cojera y la articulación muy hinchada y dolorida.
Siempre se producía después de cazar (inmediatamente después o al día siguiente) y respondían bien a los antiinflamatorios y al reposo. En las radiografía no se podía ver más que los tejidos blandos del entorno de la articulación, especialmente los delanteros, muy inflamados.
Reconozco que el primer caso que presencié me volvió un poco loco hasta que lo pude asociar con su agravamiento durante los días que salía al campo, deduciendo así que se producían traumatismos durante la caza.
Efectivamente, este perro era muy temperamental cazando, inagotable, sobre todo tras las becadas. Se movía por zonas muy sucias y de vegetación muy densa. El perro “abría” la maleza impulsando las patas delanteras flexionadas, con lo que la articulación del carpo recibía numerosos traumatismos que terminaban en microfracturas, determinando así un cuadro de inflamación y dolor.
El asunto terminó de confirmarse cuando le confeccionamos unas muñequeras de neopreno que absorbían los golpes: el animal dejó de tener problemas. Posteriormente, he visto más ejemplares con esta patología, pero ha sido más fácil de solucionar por conocer el origen.
Y hay un denominador común: siempre se produce en perros con mucho temperamento y que cazan en zonas con vegetación muy tupida y leñosa.
¡CUIDADO CON LAS OTITIS!
Un problema frecuente en los setters es la otitis. En esta raza se dan todas las condiciones para padecer esta patología.
Las largas y caídas orejas, junto con el abundante pelo que tienen, no les permiten una buena aireación del conducto auditivo.
A ello hay que sumarle las molestas espigas del verano (muchos setters cazan la codorniz) que se introducen en el oído y afectan con especial inquina a los perros de pelo largo y sedoso.
Y si tenemos en cuenta además su afición por el agua, ya contamos con todos los ingredientes para que las otitis aparezcan con frecuencia.
Por ello, la prevención pasa a tener importancia a la hora de manejar esta raza. Es muy recomendable recortarles periódicamente el pelo de la cara interna del pabellón auditivo para evitar que entren las espigas. Ello tendrá especial relevancia durante el verano, sobre todo si se caza en media veda.
También es importante una revisión de los oídos por parte del veterinario y, en caso de otitis, seguir fielmente el tratamiento indicado.
Si los oídos no se curan bien, las otitis se vuelven muy resistentes e insidiosas. •